Una telonera que no quiere pasar desapercibida

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Pedro Garay

¿Para qué sirven los teloneros? Si en otra época fueron algo distinto, la oportunidad de conocer algún artista emergente, hoy son casi siempre música de fondo. Pero fiel a un espíritu que asoma indomable, Dua Lipa salió a escena anoche, en la previa del show de Coldplay, dispuesta a no pasar desapercibida. Explosiva y enérgica, arengó al Único, despertó a la audiencia a pura potencia y paseo por la pasarela montada en el centro del Estadio toda su intensidad atlética, cual que constituye hoy al ejercicio pop obligadamente, y ese pelo frondoso... Allí, en el carisma que irradia, parece residir buena parte del fenómeno emergente Dua Lipa. Su voz seduce grave, despojada del habitual chillonismo de sus contemporáneas, pero no deslumbra; y sus composiciones electropop transitan los lugares establecidos en este lustro. Pero ella lo vive y lo transpira con una fuerza que evidencia la razón de su magnetismo: no tiene un apice de vergüenza y no anda pidiendo perdón: solo quiere dejar todo en el escenario.

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