Otro paso atrás

El equipo de Lucas Bernardi jugó su peor partido del torneo. No hubo nada bueno para destacar. Bajos rendimientos individuales y un planteo que no se entendió. Otra vez un penal polémico en su contra

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Por MARTIN CABRERA
COMENTARIO

Cuando muchos pensaban que Estudiantes no podía jugar peor que en San Juan, ayer escribió otro capítulo gris en un torneo que ya se va tiñendo de negro. Perdió 2-0 contra Tigre en una tarde que no debe quedar en el olvido, sino tenerla presente para saber cómo no puede volver a jugar en el torneo.

El equipo de Lucas Bernardi dio otro paso hacia atrás. En Cuyo la excusa fue el calor y antes el buen nivel del rival de turno. Y más atrás la mala puntería de los delanteros. En Victoria no hubo manera de disimular un presente desorientado y apagado, sin fuego ni rebeldía, sin hambre. No hay nada bueno para destacar de este Estudiantes y más que nunca el plantel necesita que llegue el final del año para que la dirigencia haga un recambio de verdad, a conciencia, o de lo contrario pocas cosas cambiarán de cara al próximo año. Por primera vez los jugadores asoman como responsables también de una temporada de mayor a menor, que se cobró técnicos y dirigentes. Ayer los jugadores quedaron muy expuestos por su bajo nivel y poca actitud.

En el partido de ayer Tigre tuvo menos la pelota, jugó regular y mostró la misma versión que en sus otros partidos. Pero contó con dos cosas que lo diferenciaron de Estudiantes: Matías Pérez García y hambre por el triunfo. El volante se hizo cargo del momento y condujo a sus compañeros hacia una victoria justa y necesaria para tapar su mal presente. Con voluntad, a veces, se pueden ganar partidos, sobre todo si del otro lado hay un rival tan apático.

Cada partido que pasa queda más en evidencia que el mercado 2017 fue muy malo

¿A qué jugó Estudiantes? La pregunta que se hicieron todos los que fueron a la cancha y quienes lo vieron por TV. También los protagonistas. Fue un equipo corto pero lento, con una intrascendente tenencia de la pelota y un empecinado intento por desbordar por las bandas para… nada. Porque sin jugadores dentro del área, lágico, le fue imposible llegar con peligro hasta el arco de Federico Crivelli. ¿Entonces?

En 90 minutos tuvo dos o tres chances de gol. La más clara a los 7 minutos, cuando la Gata Fernández desperdició un centro atrás tras desborde de Tití Rodríguez desde la derecha. Otra un tiro libre que Fernando Zuqui pateó a una vacía tribuna y una última del mencionado Gastón Fernández, en el segundo tiempo, que remató desviado desde afuera del área. Muy poco para un equipo que trajo tantos refuerzos y cuyos protagonistas repiten que están en un marcado crecimiento.

El Pincha jugó con la misma frecuencia durante todo el partido. Impresionó en el arranque con una rápida circulación de la pelota pero a medida que avanzó en el terreno perdió fuerza, como ola que llega a la orilla en la playa. Y a partir de los 10 minutos se empezó a oler que la primera distracción, error o lo que fuese negativo, terminaría con gol de Tigre. Y así fue.

Sebastián Dubarbier volvió a dar ventajas en la marca. Maximiliano Caire jugó bien adelantado y eso lo complicó. Tampoco tuvo en Israel Damonte o Lucas Rodríguez alguien que lo ayudase y entonces por ahí el local hizo punta. Cuando el lateral estaba afuera por lesión se produjo la jugada que terminó en el penal de Zuqui (sólo se lo cobran a un equipo que está tan mal), que Pérez García cambió por gol. 1-0 en la segunda llegada al arco de Mariano Andújar. El gol, de alguna manera, sentenció la suerte de Estudiantes en el partido, porque quedó todavía más evidente su falta de argumentos para dar vuelta la historia, un calco a lo ocurrido en San Juan.

Ni siquiera con los ingresos de Marco Borgnino y Lucas Melano, y más tarde cuando entró Bautista Cejas, Estudiantes fue un equipo sólido. No pudo ni siquiera llevarse por delante a un rival pobre por todos lados. Esto es lo más cuestionable.

Pasaron los minutos hasta que el Pincha recibió el golpe final a su inoperancia: Javier Iritier, el jugador que el semestre pasado deambuló con más pena que gloria en el plantel, desbordó por la izquierda aprovechando la ausencia de un lateral izquierdo definido y cuando la pelota se iba al otro lateral el juvenil Iván Gómez la desvió al fondo de la red. Gol para bajarle el telón a un partido pobrísimo de un equipo que ya no sabe qué hacer para buscar motivaciones. Y que no encuentra en su conducción medidas firmes.

El final mostró lo peor. Tigre aferrándose a su primera victoria de la Superliga sin esforzarse demasiado y un Estudiantes suplicando por lo bajo que se terminase el partido. Fue derrota, una más en condición de visitante, una más para confundir el andar y una más para que no queden dudas que el semestre está en la basura.

 

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