Una banda se metió en una casa de Abasto, amenazó a toda una familia y la desvalijó

Fue en zona despoblada de la ruta 36. Los ladrones eran cinco. A las víctimas les llevaron $ 13 mil en efectivo y $ 5 mil del kiosco y parrilla

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Una mujer de 53 años dormía en su casa ubicada sobre la ruta 36, donde también estaban sus hijos (una joven de 26 y un muchacho de 22) y su nieto de apenas un año. Poco después de la medianoche, a las 0.30 de ayer, el descanso de esa familia de Abasto fue interrumpido de la peor manera.

Allí, un grupo de cinco delincuentes -al menos dos de ellos portaban armas- se metió a través de un comercio familiar (un kiosco y parrilla) que funciona en el frente de esa propiedad. El lugar fue un paraje desolado y perdido entre vastas extensiones de campo, emplazado a la altura del kilómetro 46 de esa carretera.

“SOLamente VINIMOS A ROBAR”

Una vez que despertaron a los tres adultos que viven ahí, los aterraron amenazándolos con pistolas y exigiéndoles que les dieran plata.

Así y todo la banda intentó sonar más tenue. “No somos asesinos ni violadores, solamente vinimos a robar”, anunciaron, según dijo una de las víctimas, María Bernal (26). Ayer a la tarde persistían en la casa la sorpresa y los nervios.

La chica recordó que, de entrada, “les pedimos (a los delincuentes) que no le hicieran nada a mi bebé. Por suerte lo dejaron seguir durmiendo”.

Por más suaves que hayan intentado parecer, arrasaron con todo. Según la joven, a su madre le robaron 13 mil pesos, “sin encender las luces de la casa. Después fueron al kiosco que tenemos en el frente y ahí sí alumbraron. Se llevaron cajones de cerveza, gaseosas, galletitas, cigarrillos y una balanza electrónica”. Todo eso representó una pérdida de otros cinco mil pesos.

Como si todo eso no les hubiera bastado, los ladrones se fueron con la llave del auto Ford Fiesta de la familia. No lo usaron para la fuga, sino para asegurarse de que no salieran a perseguirlos.

Los intrusos, indicó ella, “tendrían entre 20 y 30 años, actuaron a cara descubierta, vestían buzos, pantalón de jogging y zapatillas. Y algunos tenían gorrita con visera”. La pesadilla se extendió por entre 15 y 20 minutos.

“ESTO ES TIERRA DE NADIE”

Con el desánimo propio de un episodio así de violento, María denunció que la inseguridad en esa zona es frecuente.

Para ella, la situación convirtió a la localidad en “tierra de nadie”, para graficar además que “ni de día se ve pasar a un patrullero”.

También aludió a que “a un vecino de esta zona le entraron más de una vez a robar. Inclusive, el año pasado hasta lo torturaron”.

 

 

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