Un apasionado del teatro y de la vida

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Gastón Marioni
Directór del Coliseo Podestá 

Conocí a Lito Cruz a los 16 años en su estudio de Buenos Aires: fue uno de mis primeros maestros de actuación. Lito me recibió con sumo afecto, me pareció un sabio, cada una de sus devoluciones me abría la cabeza, me motivaron, me estimularon.

La primera sensación que se me viene a la cabeza al pensar en Lito Cruz es la de un apasionado. Un apasionado y un intenso del teatro. Era amante del teatro, un defensor del teatro, quería a los actores. Fue un peón del teatro nacional.

Muchísimo tiempo después me encontré ocupando el lugar que él ocupó, porque él fue uno de los directores del Coliseo Podestá. Cuando el teatro cumplió 130 años lo invité. Esa noche que nos encontramos y tomamos un café en mi oficina, se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo “Pepe debe estar contento”. Esas fueron las últimas palabras que tuve con él. En el teatro, en uno de los palcos, hay una placa que lleva su nombre, porque dentro de su gestión se llevó adelante una gran refacción, signo de su amor y su respeto por este coliseo platense.

Siento una tristeza enorme: otro grande que se va de gira. Va a ser recordado por lo mucho que hizo por nuestro teatro. Divertido, alocado, intempestivo, avasallante, creo que era un apasionado de la vida, amó la vida como un hombre único. De él aprendí gran parte de la pasión que siento por el teatro. Lo voy a recordar como un gran maestro, con muchísimo respeto y cariño, con una profunda tristeza por su partida pero con una sonrisa, porque se que su viaje va a ser lleno de pasión y de locura, como era él.

 

 

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