Rutas que funcionan cuando nadie las usa

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Cada fin de semana largo se repite la misma historia: viajar a la Costa por las rutas 2 y 11 se puede convertir en una pesadilla. Esta vez no fue la excepción. El sábado hubo gente que tardó hasta 18 horas para llegar a Mar del Plata. Un calvario.

El sábado a la noche se veían automovilistas instalados con reposeras en la banquina. Llevaban horas atascados y ya no aguantaban adentro del auto. Muchísimas familias hacían esta escapada con entusiasmo y con esfuerzo. Ir tres o cuatro días a la Costa implica, para la mayoría, un sacrificio grande. Sólo en nafta y peajes hay que calcular unos 1.500 pesos. Pero las ganas de pasar una tarde de playa se convirtieron en la resignación de desplegar una sillita al costado de la ruta, entre mosquitos y pastizales.

Por supuesto, esto ocurre porque las rutas no están a la altura de las necesidades y las demandas. Pero también porque nadie piensa en mecanismos que agilicen la circulación en días críticos. Se arman embudos inexplicables. ¿Por qué no cobran el peaje sólo de ida o sólo de vuelta? La pregunta la hacía ayer en radio el economista Martín Tetaz. Quizá la respuesta sea tan simple como dolorosa: porque nadie piensa en esa familia que ahorró y se sacrificó para hacer una mini escapada a la Costa y perdió 15 horas en la Ruta.

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