¿No se aprendió nada después de Cromañón?
Edición Impresa | 13 de Marzo de 2017 | 01:51

La tragedia en el recital del Indio Solari muestra que la imprevisión, la irresponsabilidad, el “dale que va”, siguen tan fuertes como antes de Cromañón. ¿Cuántas muertes habrá que sumar para que cambie algo? ¿Qué tendrá que pasar para que se produzca un giro definitivo hacia la responsabilidad?
Se dirá que con el diario del lunes siempre es fácil sacar conclusiones. Pero para saber que lo de Olavarría podía terminar como terminó no hacía falta ser adivinos. ¿Nadie pensó que una ciudad de 110 mil habitantes no puede recibir a 220 mil personas sin disponer de medidas de seguridad y control absolutamente excepcionales? ¿Nadie imaginó que semejante multitud de fanáticos, llegados de todo el país, obligaban a adoptar recaudos de todo tipo para evitar desbandes y peligros? Parecería que no. Y la verdad es que lo que se vio permite suponer que la tragedia podría, inclusive, haber sido mucho peor. Los testimonios son escalofriantes: había muy poca policía; se vendía alcohol sin ningún control; no se había previsto un operativo de evacuación proporcional a la magnitud de la movilización. “Nos desbordó; vino más gente de la que esperábamos”, dijo -campante- el intendente Ezequiel Galli. Sin embargo, nadie puede alegar sorpresa. Se sabía que irían más de 200 mil personas; se sabía que el riesgo de incidentes y violencia no era insignificante. Se sabía -en definitiva- que algo así podía ocurrir. Sin embargo, no se hizo nada por evitarlo.
La solución, seguramente, no es prohibir. Pero sí exigir y garantizar los recaudos que obliga a tomar una movilización de esta magnitud y estas características. Se debería haber evaluado, además, si una ciudad como Olavarría estaba en condiciones de asimilar un impacto semejante y garantizar la seguridad. Las declaraciones previas del intendente permiten afirmar que no se tomó una adecuada dimensión de los riesgos. Una vez más, la imprevisión fue más fuerte y terminó en una tragedia.
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