Un intendente que queda en la mira por la imprevisión

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El intendente de Olavarría, Ezequiel Galli, responsabilizó ayer a la productora del Indio Solari por la tragedia en el recital y admitió que la ciudad se vio desbordada porque “vino más gente de la que esperábamos”. Galli, sin embargo, se había mostrado entusiasmado con el recital; había asegurado que no iba a haber problemas y había contestado los reparos planteados antes de la “misa ricotera”.

Galli ganó la elección municipal en 2015 como candidato de Cambiemos. Casado, con dos hijos, el jefe comunal tiene 36 años y es abogado. Le ganó por 10 puntos por al entonces intendente José Eseverri, que iba por la reelección después de 8 años de gobierno. Así, Galli terminó con la dinastía que había dominado Olavarría 24 años, iniciada con el Helios Eseverri (fallecido en 2007), quien había prohibido, en 1997, la realización de un recital de Los Redonditos de Ricota en esa ciudad.

Según confió a varios canales de TV y de radio en los últimos días, uno de sus deseos desde que asumió la intendencia era que se celebrara una “misa ricotera” en su ciudad. Lo promovió y lo logró. El sábado a la tarde informó desde su cuenta de Twitter: “14:30 abrieron las puertas del predio. Ya pueden ingresar los miles de ricoteros que están en Olavarría”. Y contó que le había entregado al músico, como ofrenda, un cuchillo hecho a mano.

“Es muchísima la gente que va a venir, pero no va a suceder ninguna locura. La mayoría, el 80%, va a llegar a la ciudad el sábado al mediodía, y se va a ir una vez concluido el recital. Así lo indica la experiencia de la productora, con ya diecisiete recitales a cuestas”, había asegurado Galli antes del recital. En diversas notas periodísticas enumeraba el beneficio económico que representaba para su municipio la realización de este tipo de eventos.

Luego de los trágicos incidentes, encabezó una conferencia de prensa en donde destacó el operativo de salud y apuntó a la empresa privada que estuvo a cargo del show. Más allá de las responsabilidades penales, el jefe comunal no previó los efectos secundarios de la realización de un evento que, si respetaba la habilitación, duplicaba la cantidad de personas estables que viven en Olavarría (según datos del censo realizado en 2010, poco más de 111 mil habitantes), pero que se estima llegó finalmente a cuadruplicarla.

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