Una vida enigmática y rodeada de hermetismo

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Con el paso del tiempo, Carlos Alberto “Indio” Solari -nacido en 1949 en Paraná, pero desde niño llegado a La Plata junto a sus padres, donde cursó el primario y el secundario y estudios universitarios además de su preparación como docente- terminó reconociéndose “fóbico” a las multitudes, algo que motivaba su constante desaparición de escena, su bajísimo perfil, sus constantes viajes al exterior, en especial a Nueva York, donde solía a ir a ver todo tipo de músicos.

Estas “patologías” fueron creciendo a medida que pasaron los años y los Redondos ganaron masividad, y ese ego fue el que produjo la hiriente separación de la banda y una dura y triste pelea con Skay y Poli, la mánager del grupo.

Para desilusión de los fans ricoteros, Solari y por su lado Skay y Poli, protagonizaron una fortísima polémica, digna de un programa farandulero de escándalos mediáticos, a través de las redes sociales y algunos reportajes.

Cuando se publicó “Fuimos Reyes”, la biografía de la banda, escrita por Mariano del Mazo y Pablo Peratuono, Solari se negó a ser reporteado por los autores y escribió una carta en donde descalificó a Skay y su papel como creador de la música de las canciones y director musical de la banda, provocando una herida que nunca más se volvió a cerrar.

Su aislamiento, más su personalidad, que lo llevó a vivir alejado de todos en una quinta de Parque Leloir, solo se vio interrumpido en la primera década de este siglo por el nacimiento de su hijo Bruno junto con su pareja Virginia.

Bajo acusaciones de megalomanía, Solari continuó realizando recitales multitudinarios de manera cada vez más espaciada, hasta que entre 2015 y 2016 dejó entrever que estaba enfermo, jugando al misterio hasta que confesó que padece el mal de Parkinson y está en tratamiento.

Por esa razón se rumoreaba que el de Olavarría podía ser el último recital de Solari, debido a sus problemas de salud.

Atrás habían quedado los tiempos de aquella primera etapa de los Redondos, donde el Indio, junto con Guillermo Beilinson -hermano del guitarrista Skay- se encargaron de darle el perfil ideológico a una banda con una filosofía nihilista que, paradójicamente a su fobia, fue ganando cada vez más masividad.

 

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