Es hora de enfocarnos en el hombre golpeador

Edición Impresa

Por  Julia Marcó*

En Argentina muere una mujer cada 37 horas. Y en La Plata, la denuncia en la Comisaría de la Mujer tarda quince días en llegar a un Juzgado de Familia protectorio, es decir que protegerá a la mujer en esa materia. En ese tiempo, entonces, murieron 10 mujeres.

Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Hoy, a más de cien años de la proclama de esa fecha como bandera de nuestros derechos, la violencia machista nos lleva a gritar por el derecho más fundamental, el derecho a la vida: Basta de matarnos.

No podemos seguir tolerando que, a pesar de los supuestos progresos en tantos derechos que hemos alcanzado en todos estos años de recorrido, hoy lo que debemos exigir es que vivas nos queremos.

A pesar de que el actual gobierno ha demostrado una sensibilidad especial en el tema, lo cierto es que el número de que una mujer muere cada 37 horas se mantiene.

Por ello, en esta fecha tan especial, llamo a la reflexión de cada uno de los lectores ¿Qué nos sucede? ¿Cómo podemos seguir tolerando, soportando, este genocidio a nuestro género?.

Si un oficio policial entre la comisaría de la mujer y el juzgado de familia tarda quince días en llegar a destino, claramente tenemos un grave problema trasversal entre todos los organismos del Estado: un poder ejecutivo ineficiente para su tratamiento sobre la policía especializada, una mala administración de justicia y leyes obsoletas que nuestros legisladores no evalúan posteriormente sobre su éxito o fracaso para resolver este problema.

¿Usted sabe qué sucede cuando una mujer sale de la comisaría de la mujer, luego de haber acusado a su pareja golpeadora? No pasa nada. Vuelve bajo el mismo techo con el golpeador. A pesar de que este es un dato cruel, la contracara a esta situación es que dos de cada diez mujeres víctimas de femicidio habían presentado denuncias en contra de sus asesinos; es decir que la denuncia sirve. Hay que instar a que la mujer golpeada haga la denuncia.

Sin embargo, como sucede con muchas de las políticas que intentamos poner en agenda, corremos atrás de los problemas. Generar programas públicos que contengan íntegramente a la mujer que ha sido golpeada sólo intenta resolver el problema cuando ya ha sido fatal y determinante en la vida de toda mujer o de una familia entera.

Peor aún lo pasan las mujeres que acceden a un refugio. La situación es realmente de huida: las trasladan con ojos vendados, no saben en qué domicilio se encuentran, nadie del entorno puede conocer el lugar en el que se alojan, las desconectan totalmente de la sociedad. Y mientras tanto, el hombre golpeador puede disfrutar y gozar del derecho a la más absoluta libertad.

Es tiempo de empezar a trabajar sobre el hombre golpeador, y no sobre la mujer golpeada. De más está decir que igualmente hay que realizar y llevar a cabo esos programas.

Pero lo que debemos exigir es la educación de una sociedad sin machismo. “Machismo Cero”, para que las mujeres dejemos de ser propiedad privada de los hombres; dejemos de ser objetos sexuales; dejemos de tener los sueldos más pobres; debemos liberarnos del rol que la sociedad definió para nosotras.

Machismo cero desde las escuelas, desde el jardín de infantes. Claro que hay diferencias biológicas, pero no debe existir ninguna diferencia cultural. Machismo cero, para que dejemos de exigir un derecho que hoy nos hace retroceder a una era cavernícola, el derecho a la vida.

(*) Directora de Querellas por Crímenes de Lesa Humanidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Pcia. de Bs. As.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE