La garra que mostró le hace creer a su gente que todavía se puede

Sin juego, necesitó la pegada de Verón para sacar ventaja. Cascini se lució por criterio y despliegue

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Por MARTIN MENDINUETA

Por sufrida, nada holgada y vital para mantener el optimismo, la primera victoria de Estudiantes en la Libertadores 2017 provocó festejos muy parecidos al desahogo. Los comentarios sobre su actuación, que todavía están frescos en las charlas de sus hinchas, enfocan con claridad más carencias que virtudes en la faceta creativa, pero todas coinciden en destacar el fuerte carácter de un “León” que disfruta la atmósfera copera. Que quede claro, no jugó bien, aunque su valentía lo puso a salvo de crueles reproches.

Verón “regaló” el miércoles una acción decisiva y fue la brillante ejecución de ese tiro libre que cambió el rumbo de la pulseada. Jugó discreto, queriendo hacer más de lo que realmente consiguió

Sin nadie capaz de llevar la pelota con claridad, convivió con la impotencia hasta que llegó el quiebre del gol. En esa jugada, donde hubo tres aportes clave, el primero fue de Verón. Su pegada, tan precisa como potente, resultó vital. Fue el singular aporte del veterano que divide opiniones a la hora de analizar su nivel de productividad. El presidente le pegó como sabe hacerlo, Sánchez estuvo atento y rápido para capitalizar el rebote que otorgó Armani en una buena reacción y Toledo, el obrero del área que siempre se muestra dispuesto a poner su voluntad, facturó sobre la raya. Ese fue el momento cúlmine de la noche. Allí jugadores, cuerpo técnico e hinchas albirrojos advirtieron con claridad que iba a ser muy difícil gestar otro alarido y, por eso, debían defender el que habían conseguido dejando la piel en cada fricción.

La gente de Estudiantes puede soportar que el equipo pierda sistemáticamente la posesión del balón, por imprecisiones o por tomar malas decisiones, pero de ninguna manera perdonaría la tibieza. Por esa razón, las grandes exclamaciones del segundo tiempo, cuando los colombianos se pasaban la pelota con pulcritud hasta el borde del área de Andújar, brotaron de un despeje vehemente a donde fuera, por un lateral ganado tras forcejear varios segundos y también por esa manera generosa de trabar la pelota en las divididas que tanto identifica al “Chapu” Braña.

Nada de andar con posturas grisáceas. Estudiantes jugó el capítulo final replegado en su campo, corriendo y marcando, plenamente consciente de las limitaciones que condicionan la fortaleza de sus sueños. Hizo “el aguante”. Puso garra y corazón. Y de contragolpe hasta tuvo la oportunidad de poner en aprietos al campeón reinante que ha perdido jerarquía ofensiva.

LA “BRUJITA” SIEMPRE GENERA DEBATES

¿Cómo jugó Verón? ¿Cómo se lo califica? ¿Se lo evalúa como a cualquier “hijo de vecino” sin tener en cuenta su edad o considerando los matices que rodean su coyuntura deportiva?

Partiendo de la base de que no hay hincha de Estudiantes que no se emocione cuando uno de sus máximos ídolos sale al campo de juego encabezando la fila, luciendo la cinta de capitán, con las medias ni muy arriba ni muy abajo y pegándole a la pelota hacia el cielo, el desafío de encontrar el equilibrio justo se torna complicado. Su particular modo de impactar la pelota sigue siendo un toque de gran categoría. Siempre está concentrado, atento a todo y a todos, aunque está claro que le cuesta involucrase en el ritmo, siempre exigente, de la zona media.

El paso del tiempo es implacable y, lógicamente, no puede aportar como antes a la hora de marcar. Lo que sí queda claro es que su sola presencia en el campo despeja cualquier duda sobre quien ejerce el liderazgo. Manda el once. Y en ese modo tan particular de hacerlo exige y contagia en partes iguales. El último miércoles “regaló” una acción decisiva y fue la brillante ejecución de ese tiro libre que cambió el rumbo de la pulseada. Jugó discreto, queriendo hacer más de lo que realmente consiguió. De todos modos, es imposible no tenerlo en cuenta a la hora de merodear el área rival. Es Verón, siente el esfuerzo físico, pero lo hace asumiendo los riesgos de su tan discutida decisión de volver a ponerse la camiseta.

La figura del “León” fue Bautista Cascini. Corrió toda la noche, sin recreos. Jugó como mediocampista adelantado y fue abanderado a la hora de presionar la salida de los colombianos. Además, entregó bien la pelota y quedó el recuerdo nítido de la hermosa habilitación a “Tití” Rodríguez que su compañero no terminó de la mejor manera. En una noche brava, ante un equipo con destacado trato de pelota y ocupando una posición muy exigente, el hijo de “Chuky” se llevó el recuerdo de una noche dulce que jamás olvidará.

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