Regreso al infierno grande

La serie de David Lynch que cambió la televisión para siempre comienza a emitir su nueva tanda de episodios

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“Si quieres ver ‘Twin Peaks’ como algo intenso de verdad, métete en su mundo y deja que te envuelva”: la frase de David Lynch, creador de la serie junto a Marc Frost, bien podría haber aparecido en la pantalla antes de la emisión de los episodios del show en 1992, como una especie de advertencia: atentos, porque están adentrándose en un mundo peligroso, hipnotizante y, sobre todo, desconocido.

Quizás hoy, el espectador esté más habituado a la falta de certezas, el surrealismo y el clima desesperanzador en sus series, pero hace 25 años el desembarco de la serie en la pantalla rompió todos los esquemas de una televisión por entonces anquilosada. Y veinticinco años después de su estreno, “Twin Peaks” vuelve con una nueva entrega, provocada en parte por la nostalgia que invade a un medio que se está quedando sin ideas, pero también como reconocimiento a la gran deduda que la nueva erda dorada de la televisión norteamericana sostiene con el envío.

Se trata, sin dudas, del gran evento seriéfilo del año, con el difícil reto de dar continuidad a una serie revolucionaria en su momento, que supuso un nuevo mundo en cuanto a la forma de presentar las tramas, los personajes y la ambientación.

“Si miras a las series televisivas desde su comienzo, los shows contaban al público lo que iban a ver, se lo mostraban y luego les contaban lo que habían visto”

David Lynch (”Mulholland Drive”, “Terciopelo azul”, “Carretera perdida”, “Dune”) fue de los primeros directores de cine consagrados que puso su talento al servicio de la televisión, toda una excentricidad en la época, para escribir una serie que mezclaba crimen en un pueblo chico (gigantesco infierno) y culebrón y que avanzaba en la investigación de un asesinato con pistas brindadas en sueños.

El universo onírico de Lynch se refleja también en la utilización del color, en el especial en la habitación roja donde se reúnen los personajes del pueblo aficionados al esoterismo, que, en principio, aparece en sueños y finalmente se hacen realidad.

“Es un mundo especial con gente especial”, explicó David Lynch en un encuentro reducido con periodistas para presentar la nueva temporada y sus sensaciones ante el reencuentro de los personajes que marcaron su vida: “Es como si tienes unos primos que no has visto durante un tiempo y ves que es posible conducir a donde viven y pasar un tiempo con ellos”.

LA EXPECTATIVA

“Lidias con las expectativas haciéndolo lo mejor que puedes (...). He dicho esto con anterioridad, pero hay una expresión: ‘El hombre sólo tiene control sobre la acción, nunca sobre los frutos de la acción’. Y eso es realmente cierto en el cine”, agregó Lynch sobre la fuerte presión que se cierne sobre la continuación de este mítico show.

Y afirmó que sí hay algo de los que se arrepiente en el pasado, seguramente porque ahora le hubiera dado mucho más interés a la nueva entrega. “Lo que me mata es que nunca debimos resolver el asesinato de Laura Palmer. Y la razón es que teníamos una preciosa gallinita, y esa gallinita estaba poniendo huevos de oro. ¿A quién se le ocurre matar esa gallinita? Fue algo delirante, una gran tristeza, una gran tristeza, fue absurdo hacerlo así. Fue presión, una presión que, traducida, fue producto del: ‘quiero saber’, cuando es justamente esa necesidad de saber lo que te mantiene enganchado”.

 

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