Desempleo joven en La Plata: Cada vez mayor, más femenino y más pobre
Edición Impresa | 11 de Junio de 2017 | 02:40

Por OMAR GIMENEZ
Hace más de un año que Agustina Guzmán (21) busca trabajo. Si pudiera elegir, dice, entraría ya mismo en una farmacia para desempeñarse en aquello para lo que se preparó: asistente en farmacia. Pero después de meses de entregar decenas de currículums en negocios del ramo sin obtener respuesta, ya casi perdió las esperanzas de encontrar un empleo de ese tipo. Con el paso de los meses y la suma de frustraciones, la consigna fue cambiando: hoy se trata de buscar “lo que sea”. Y a pesar de esa actitud abierta, es poco lo que encuentra. A lo sumo, alguna changa. Para cuidar bebés, por ejemplo. La última vez que hizo esa tarea ganó 1.500 pesos por semana trabajando cuatro horas por día. Pero era un trabajo con fecha de vencimiento y se le terminó a los quince días. También se presenta a cuanta entrevista puede. La última, para trabajar en una casa de comidas rápidas: “me ofrecían tomarme a prueba, por un sueldo muy bajo y me destinaban a una sucursal en la s afueras de la ciudad, en la zona norte. Yo tenía que viajar desde Barrio Aeropuerto. Iba a trabajar para cargar la tarjeta SUBE”, dice.
La historia que cuenta Agustina se parece a muchas otras protagonizadas por jóvenes que buscan ubicarse en un mercado laboral en el que hoy son, lejos, los más vulnerables.
Según un trabajo difundido recientemente por una consultora en recursos humanos (Adecco), el desempleo entre los que tienen menos de 25 años es, en la Argentina, superior al promedio de Latinoamérica. Así, asciende en el país al 24,6%, cuando la media para los países de la Región es del 16%. Esa tasa se incrementa sensiblemente cuando se consideran determinados subgrupos entre los mismos jóvenes, como las mujeres (para quienes el mismo indicador se eleva al 30,33%) o los que no terminaron el secundario (en el país, uno de cada dos jóvenes que lo empieza).
Los números son, comparativamente, más alarmantes para La Plata y Gran La Plata, según los datos que manejan desde la Fundación Crear desde la Educación Popular, donde capacitan a chicos para la búsqueda de trabajo. Allí se indica, en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares para el primer trimestre de este año, que la tasa de desempleo se duplica con relación a la población en general cuando se considera a los menores de 29 años, alcanzando al 38,9%.
“En el Gran La Plata se observa un descenso de la tasa de actividad y de la tasa de empleo, por lo que no se llega a absorber a la población que busca activamente trabajo, lo que se refleja en un significativo aumento de la tasa de desocupación que subió un 6,7%, mientras que la de subocupación creció un 9,6%. Esos datos ponen en evidencia la profundización de la desocupación y subocupación con más incidencia en la región del Gran La Plata que en el total de los aglomerados urbanos”, dice María Lourdes Farías, presidente de esa entidad de la sociedad civil.
Pero las penurias laborales de los jóvenes no terminan con el fin del desempleo. Continúan cuando finalmente logran insertarse en el mercado laboral, donde el 60% lo hace a través de trabajos precarios (mal pagos, sin estabilidad, con alta carga horaria y sin beneficios sociales). Apenas el 10,7% consigue empleos estables y en los que se sienten conformes.
Las largas búsquedas están tan cargadas de frustraciones que son muchos los chicos que dicen haberse sentido, en algún momento, “inhibidos de salir a buscar”.
“Vas a las entrevistas y lo único que te queda es una frase: ´cualquier cosita te llamamos´”, dice Florencia Lafranconi (23), una chica de Villa Elvira que combina varios métodos de búsqueda: llevar curriculums en persona, indagar en páginas especializadas de Internet o en los clasificados de los medios o estar atenta a las noticias que circulan de boca en boca en el barrio.
Ese mientras tanto en el que el trabajo no aparece también está cargado de apelaciones al ingenio (desde hacer bombones hasta ir a ferias en los barrios donde se cambian objetos que no son de primera necesidad por alimentos), según cuentan, en momentos en que ni el horizonte de las changas resulta muy promisorio, por la caída general del consumo.
LOS OBSTACULOS
Entre los problemas que se mencionan a la hora de explicar las dificultades de los jóvenes para insertarse en el mundo del trabajo se subrayam los desajustes entre el sistema educativo y el mundo laboral. Pero desde la mirada de los propios jóvenes, el obstáculo clave es la falta de experiencia. En el estudio difundido por Adecco, el 89% de los consultados en todo el país dijo que ese factor es el que priorizan los empleadores, seguido del nivel de estudio alcanzado, el conocimiento de idiomas, la edad, el curriculum bien armado, la cercanía del domicilio con el lugar de trabajo, si tienen hijos y el género.
Para el subsecretario de Juventud de la Municipalidad de La Plata, Agustín Scotti, quien destacó que desde el municipio se busca fortalecer puntos de encuentro entre la oferta y la demanda laboral, “existen dificultades en la orientación vocacional, en el armado del currículum vitae y en las primeras prácticas de entrevistas laborales”
Otros especialistas, en tanto, destacan que, en un contexto de contracción de la economía y caída del empleo, lo que suele suceder es que los requisitos que pone el empleador se vuelven más rigurosos, algo que perjudica particularmente a los jóvenes.
“Sin duda en el mercado laboral de hoy los que están peor son los jóvenes, pero en ese grupo hay que distinguir situaciones muy distintas”, dice Daniel Arroyo, ex ministro de Desarrollo Social de la Provincia: “la peor la viven hoy los más pobres. porque para buscar trabajo hay que reunir habilidades duras y blandas (las duras son el conocimiento de un oficio y las blandas, las sociales, como sostener el ritmo de trabajo o cumplir horarios). Para los chicos pobres el problema está en las blandas, porque no vieron a sus padres y a sus abuelos participar del mundo del trabajo. Además, la escuela no los forma en ese terreno”.
Pero esto no es todo. Otro factor que incide es “una economía que se contrae y un mercado de empleo que se achica y donde los programas de inserción laboral destinados a los jóvenes siempre han tenido impactos muy pequeños”, dice Arroyo.
Por otra parte, los expertos distinguen también tres situaciones distintas entre los jóvenes que participan hoy de la búsqueda de empleo. La primera es la de los que están formados en profesiones u ocupaciones propias del siglo XXI, como los especialistas en informática que no alcanzan a terminar sus carreras y ya tienen trabajos estables y bien remunerados. En segundo lugar están los que tienen trabajos típicos del siglo XX, ligados al mercado interno y a sectores productivos que actualmente viven una etapa de contracción, como el textil o el de la construcción. El tercero y más comprometido de los sectores es el de los chicos que no terminaron el secundario, ligados fundamentalmente al mercado informal de las changas, que dependen de una clase media que también achica sus gastos.
Para los estudiosos del tema, esta tendencia se profundizó en los últimos 20 años y las perspectivas son preocupantes a medida que el avance tecnológico reconfigura el mundo del trabajo.
Es también un fenómeno de alcance mundial y sobre el que pesa, todavía una amenaza más: el proyecto de atrasar la edad jubilatoria para aliviar los sistemas previsionales, en discusión en varios países, que podría tener un impacto importante atrasando todavía más el ingreso de los jóvenes al mundo del trabajo.
Algunos especialistas destacan como exitosos en la inserción laboral de los jóvenes a los programas duales implementados por el gobierno alemán, que instrumenta pasantías de trabajo en los últimos años de la secundaria
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