Un testigo ocular había denunciado el episodio ante Prefectura Naval

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Mientras continuaba el operativo para periciar el avión siniestrado en el Paraná Guazú, ayer se conoció la existencia de un testigo ocular del accidente aéreo, quien asegura haber denunciado el episodio ante las autoridades de la Prefectura Naval de Escobar el mismo día en que ocurrió.

“No sentí el ruido, lo vi. Fue un golpe repentino, con una inclinación muy pronunciada”, contó Miguel Rosio, empleado de un galpón en Escobar, que el 24 de julio pasado se hallaba en su trabajo cuando alcanzó a divisar en el horizonte una aeronave que venía perdiendo altura hasta desaparecer detrás de un monte.

En una entrevista que le realizó Telenoche, el único testigo de la tragedia contó que siguió observando la escena durante unos minutos para ver si pasaba algo, pero que no escuchó ni vio nada más.

Al enterarse horas después por los medios que un avión había desaparecido tras despegar del aeropuerto de San Fernando, Rosio ató cabos y fue a hacer la denuncia ante la Prefectura de Escobar. Sin embargo, sólo le tomaron el nombre y un teléfono, y un prefecto se acercó al lugar indicado por él para inspeccionar sin dar con pistas del avión. “Le expliqué lo que vi y él siguió el recorrido que le hice”, detalló el testigo en la entrevista televisiva.

Días más tarde, mientras crecía el misterio en torno a la desaparición del avión, Rosio sintió que acaso las autoridades de Prefectura habían subestimado la importancia de su relato y llamó a la línea 911 para volver a denunciar lo que vio.

Al día siguiente, la Policía de Seguridad Aeroportuaria fue a buscar a Rocio, quien acompañó a una partida a recorrer la zona en barco para tratar de encontrar algo. En esa oportunidad, un escribiente dejó registradas todas las operaciones y los efectivos estuvieron en contacto con sus jefes. No obstante, la búsqueda siguió sin dar frutos.

El sábado pasado, al enterarse por los medios que el avión había sido hallado no muy lejos del lugar donde él lo había visto desaparecer, Rosio sintió finalmente alivio. “Me di cuenta de que lo que yo estaba denunciando era certero. En un momento hasta me entró la inseguridad de si había visto lo que vi o no. El hallazgo me confirmó que sí, que había dado un dato justo”, contó.

 

 

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