Ni muy-muy, ni tan-tan

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Poceado, angosto, mal iluminado, con señalización deficiente, un incordio cuando por delante circula un micro que para en todas las esquinas. Filas eternas en el semáforo del Hospital San Roque; ni que hablar de los que rodean a la República de los Niños. Ese es el Camino General Belgrano, vía de acceso central para gran parte de los que llegan a la Ciudad desde la zona norte y, hasta ahora, olvidado.

Ahora, parece haberle llegado su hora, aunque sólo a medias.

Es plausible, por cierto, que de una buena vez se hayan acordado del “Belgrano”, y que al menos, apunten a ensancharlo aunque sea un “poquito”, que se lo ilumine con tecnología LED y que se construyan dársenas y refugios como corresponde en las paradas del transporte urbano.

Puede que al vecino se lo tilde de “insaciable” o de permanente disconforme, pero lamentablemente, con el plan de obras en el camino Belgrano, no llegó el tiempo del doble carril por mano, como hubiese correspondido.

Parece ser que los metros expropiables a los que tiene derecho el Estado, no se llevan bien con los tiempos electorales. Aunque la inversión a encarar ahora es grande, da la impresión de que con las elecciones a la vuelta de la esquina, se optó por no alterar el humor de los vecinos.

Una lástima. El tiempo pasa y para el Belgrano, sólo se siguen repartiendo parches.

 

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