A un año de la destitución de Dilma, Brasil sigue en una grave crisis
Edición Impresa | 1 de Septiembre de 2017 | 03:09

BRASILIA.- El presidente brasileño, Michel Temer, cumplió ayer un año de Gobierno efectivo, amenazado por una inminente denuncia por corrupción, con la economía en problemas y su popularidad en el suelo (5%), pero respaldado por el Congreso.
La crisis que hace un año llevó a la destitución de Dilma Rousseff -acusada de maquillar las cuentas fiscales- y a la asunción de Temer continúa y condiciona la recuperación económica del país. Como vice de Dilma, Temer la reemplazó en mayo de 2016, cuando arrancó el proceso de destitución, y luego fue confirmado en el cargo cuando se concretó el desalojo de la mandataria.
El nuevo Gobierno impuso una agenda económica liberal acorde a lo que exigían los mercados, bajó el gasto público, reformó las leyes laborales y avanzó en un proyecto de reforma jubilatoria, entre otras medidas impopulares. Temer se apoyó en un Congreso conservador que avaló sus reformas, pero se le atravesó la corrupción que ya había golpeado a Rousseff . En mayo pasado, ejecutivos de la firma frigorífica JBS revelaron a la Justicia que coimeaban a Temer desde 2010 hasta la actualidad. Y la Fiscalía pidió procesar al mandatario por corrupción pasiva. El proceso no prosperó en Diputados (que debe avalar la apertura de un juicio penal, según la Constitución). Pero la Fiscalía prepara nuevos cargos contra Temer.
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