Pistas tras el asesinato en Barrio Aeropuerto
Edición Impresa | 24 de Septiembre de 2017 | 04:42

No hay todavía detenidos por el crimen de Jonathan Ezequiel Marcelo Gallo, de 23 años, pero los investigadores empiezan a reconstruir lo que hizo en sus últimas horas, así como sus últimos contactos y conflictos, para tratar de identificar a quienes pudieran tener intenciones de matarlo. La hipótesis más firme es que le pegaron un tiro en la cabeza por una cuestión personal (reciente o no) y que deben haber actuado al menos dos personas.
Suponen los pesquisas que debieron reducirlo con un arma de fuego porque el cuerpo no presentaba ningún otro tipo de lesiones: no lo golpearon, ni se defendió.
Como se informó en la edición de ayer, el cuerpo de Gallo fue encontrado el viernes a la mañana en un descampado de 610 y 23, tendido boca abajo, vestido con ropas deportivas y un disparo a la altura de la sien derecha.
Los médicos forenses recuperaron en la autopsia el plomo usado en el crimen: es del calibre 22 largo
Los expertos confirmaron que el joven fue ejecutado a quemarropa, presuntamente en otro lugar. La principal teoría es que “lo subieron en un auto amenazándolo o con alguna excusa, lo mataron ahí mismo y lo tiraron donde apareció”.
La data de la muerte se fijó en unas 12 horas previas a la realización de la autopsia, es decir, cerca de las 3 de la mañana del viernes.
La Policía supo del hallazgo después de que alguien llamó al 911 para alertar que había una persona tirada, inerte, en unos pastizales de la calle 610.
Los primeros en llegar fueron los efectivos del Comando de Patrullas, que confirmaron que el dato del testigo era certero, comunicaron la novedad al Destacamento del Barrio Aeropuerto y al fiscal en turno, Alvaro Garganta. Este convocó a los detectives del gabinete de Homicidios de la DDI y a los peritos de Policía Científica, mientras la escena era perimetrada para no complicar el levantamiento de rastros.
“El lugar es totalmente descampado”, lo describió una fuente que trabajó en el operativo, “y la casa más cercana está a unos 200 metros”. Aparentemente, nadie escuchó ni vio nada raro.
Entre las pertenencias de la víctima no encontraron ninguna documentación personal, pero se presentó en el lugar una mujer que se identificó como pareja del joven.
Dio su nombre, su edad y contó que trabajaba como empleado de mantenimiento de la llamada feria paraguaya, según la versión oficial. Reveló también que el muchacho “tenía problemas de adicciones y que se había ido de su casa hacía un par de días”, aportó un pesquisa.
El hombre, que estaba vestido con un pantalón y buzo con capucha azules y zapatillas, sólo llevaba encima su teléfono celular, que también fue incautado para ser sometido a peritajes. Los investigadores procuraban determinar si Gallo tenía antecedentes penales, más allá de algunos como “consumidor de estupefacientes”, indicaron fuentes oficiales.
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