“Escucharlos, sin juzgar ni estigmatizar”

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“La primera cuestión -señala María Beatriz Müller, psicóloga y titular de la ONG Salud Activa- es no estigmatizar, y nuestro trabajo es que la persona pueda salir de este lugar de víctima, a pesar de las marcas que van a quedar”.

“Cada historia es particular -agregó- no se puede generalizar porque ni todos salen adelante ni todos quedan hundidos, y esto depende de muchísimos factores, pero nunca es una cuestión individual, sino social, del entorno. Cuando las niñas o niños son escuchados, se les cree y hay adultas o adultos protectores, sus posibilidades de salir adelante son mucho mayores”.

“La tarea es escucharlos, sin emitir juicios ni sensaciones propias -coincide Patricia Gordon, psicóloga e integrante de EnRed- lo que puedan contar, lo que les salga, sin apurarlos, y habilitar lo que nosotros llamamos “espacio de elaboración” de esa situación traumática. Se trabaja generalmente las sensaciones de miedo, de terror, y se apunta a alguna reparación psicológica”.

LA PRIMERA INFANCIA

“Cuando por el contrario sus relatos se minimizan -sostiene Müller- incluso cuando de adultos lo plantean y se les dice que es algo del pasado, o se lo intenta trabajar desde una elaboración intelectual, por lo general son intervenciones que no son positivas; también es duro cuando la familia no corta el vínculo con el abusador, no lo denuncia, o lo rechaza”.

“Cuando los abusos se dan en la primera infancia, lo ideal es hacer una evaluación de la niña o niño y ver cómo está; si se encuentra bien, quizás conviene esperar a que crezca y ver qué surge. En otros casos en los que el chico está bien, igual quiere venir a la consulta, es decir, cada uno tiene una estrategia particular, lo que seguro no hay que hacer es negarlo y pretender que el chico se olvide”, sostuvo la especialista.

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