Lola, la vecina de barrio Mondongo que sopló 105 velitas y brilla por su lucidez

Con Elsa, su hermana, comparte su pasión por el conocimiento. La lectura es su secreto para mantenerse activa en el plano intelectual

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La prodigiosa memoria de Dolores Pérez, una dama platense que el sábado último cumplió 105 años, no deja de maravillar a quien tiene la oportunidad de entablar una conversación con ella; es que esta vecina de barrio Mondongo que vive junto a su hermana Elsa - 90 - no pierde sus ganas de releer textos clásicos, mantenerse actualizada a través de EL DIA y controlar las plantas de su jardín, algunas de sus diarias actividades. Entre sus mejores recuerdos evoca el nacimiento de su hermana, “para mi fue una emoción tan profunda que no la puedo explicar”, señala mientras le sonríe tiernamente a su compañera de toda la vida.

El 13 de enero Lola, como le dicen sus allegados, celebró su natalicio junto a Elsa, sus seis sobrinos y unos doce octogenarios ex alumnos. A diferencia de otras veces en esta oportunidad no pensaba hacer reunión, pero el afecto de tanta gente que le anticipó que iría a saludarla la hizo desistir. “Si no íbamos a estar de baile todo el día, la condición fue que no trajeran regalos de cumpleaños, pero nadie me hace caso”, asegura y explica que si bien ya está recuperada hace un tiempo estuvo algo anémica.

Elsa cuenta que su hermana está tan bien como siempre y pone su mente en movimiento con la lectura. “Soy fiel a EL DIA, ya mi padre lo recibía siempre e incluso cuando mi hermano hizo el servicio militar en Neuquén se lo hacía llevar para que no extrañara”, recuerda la cumpleañera.

Entre las preferencias en materia de lectura están los libros vinculados a su profesión de docente, algo que también comparte con su hermana. “Lo último que leímos es la historia de la escuela Normal, la lucha entre lo laico y lo religioso que siempre quiso absorber a la educación”, asegura Elsa.

A Lola también le gusta reflexionar sobre los valores y dice que en una época de tantos problemas, la tolerancia y la comprensión son cuestiones esenciales. “Siempre valoré al prójimo en su individualidad”, explica.

A diferencia de otras mujeres que por coquetería se quitan edad, Lola sostiene: “cumplí 105, yo no me rebajo nada, nací el 13 de enero de 1913 y tengo la dicha de decir que ahora mi hermana me reta, me cuida, me corrige y se desvela por mi”.

En esa casona son muchos los momentos en los que surgen recuerdos como las visitas guiadas al palacio Piria de Punta Lara, cuando ese era un imponente edificio con escaleras de mármol en el que hasta las orquestas tocaban en vivo en un salón de baile.

También hablan de viajes y se les viene a la mente desde el cerro de los Siete Colores en Jujuy hasta las imponentes Cataratas de Iguazú. “Mi padre sabía nuestro gusto por los viajes y nos aconsejó que primero recorriéramos la Argentina para luego poder comparar y la verdad que nuestros paisajes son únicos”, concluye Elsa.

 

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