Carece de toda excusa que persista la tracción a sangre en las calles

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El proyecto presentado en Berisso por entidades proteccionistas que se oponen a la tracción a sangre y que, en esa inteligencia, proponen que se habiliten “motocarros” para impedir que los animales sigan siendo sometidos al maltrato que suponen los trabajos de tiro a los que están sometidos, constituye una iniciativa que merece atención, en la medida en que se opone a una práctica anacrónica y violatoria de leyes de gran trascendencia y de principios rectores y evolucionados del comportamiento social.

Tal como se indicó en este diario, la propuesta elevada a consideración de la Municipalidad berissense propicia la utilización de motocicletas que fueron producto de secuestros y que, al no ser retiradas por los propietarios, podrían ser reutilizadas adecuándolas para que puedan traccionar carros que, habitualmente, son tirados por caballos. En el caso de La Plata no se hablaría de una realidad menor, sino de un problema que es candente y cotidiano ante la gran cantidad de vehículos a tracción a sangre que sigue circulando por las calles de la Ciudad y de la periferia. Al margen, entonces, de las bondades intrínsecas del proyecto presentado en el distrito vecino, lo que más importa es señalar que el tema de la tracción a sangre sigue vigente y constituye, cuanto menos, un drama social que debe ser encarado y resuelto.

Lo cierto es que, desde hace ya varios años, se está viviendo en nuestra ciudad un verdadero e inusitado resurgimiento de la muy anacrónica e ilegal tracción a sangre. Estimaciones realizadas determinan que llega a 4.000 la cantidad de cartoneros que se desplazan con carros por las calles platenses. De ellos, unos 2.500 lo hacen utilizando caballos de tiro, mientras que el resto se desplaza por la simple tracción humana.

Se conoce que la tracción a sangre, es una modalidad de tránsito prohibida desde hace décadas, tanto que se mantiene vigente el decreto municipal del año 1969, que no permite la circulación de caballos en las calles platenses. Años atrás hubo intentos para acabar con una actividad cuestionada por las organizaciones de defensa de los animales y por algunos actores del escenario vial local, pero las iniciativas no tuvieron éxito.

Existen reiterados reclamos sobre maltratos a animales, en los que se mencionaron casos de ejemplares muertos en la vía pública, ya sea por inanición o agotamiento. Se sostuvo, además, que en muchas ocasiones los caballos no están capacitados para transportar el peso que deben acarrear sobre los carros que tiran y que se convierten en obstáculos peligrosos para el tránsito cotidiano de los autos por las calles de la Ciudad. Justamente, las transgresiones al tránsito causadas por la tracción a sangre suelen ser extremadamente peligrosas, tanto para quienes viajan en esos carros como para automovilistas o peatones.

Sobran en la Región, pues, argumentaciones jurídicas, técnicas y de distinto orden para reclamar la desaparición de la tracción a sangre, que pueden compadecerse perfectamente con las emergencias sociales que deben ser atendidas por el Estado. No existe excusa alguna que justifique esta modalidad nociva de traslado de cargas, ni hay tampoco fundamentaciones consistentes que autoricen a sentar el precedente del “todo vale” en la vía pública, a partir del cual sólo cabe esperar consecuencias muy negativas. Las autoridades son responsables de que rija la ley y todo actuar negligente, todo incumplimiento de ese principio, resulta inexcusable.

 

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