Recordando al poeta
Edición Impresa | 28 de Enero de 2018 | 09:14

El poeta Hugo Padeletti, que falleció la semana pasada, fue recordado por escritores de diversas generaciones que rescataron la trascendencia de su voz, la profundidad de su persona y la dimensión filosófica de una obra que abarca más de medio siglo. “De escogidas, profundas, solitarias/ palabras he vivido./ De los bardos/ del mundo, las movientes/ palabras solitarias/ ¿Así podría morir?”, se lee en uno de los tantos poemas de Padeletti, poeta y artista plástico que murió a pocos días de cumplir 90 años.
Nacido en la localidad Alcorta, provincia de Santa Fe, el 15 de enero de 1928, Padeletti fue autor de obras como “Poemas” (1959), “Poemas 1960-1980” (1989), “Parlamentos del viento” (1990), “Apuntamientos en el Ashram” (1991), “Textos ocasionales” (1994), “La atención” (1999), “Canción de viejo” (2003) y “Dibujos y poemas 1950-1965” (2004).
“Era un místico, en el más alto sentido de la palabra, y profesaba además una fe en la belleza”
Autor fundamental en la poesía argentina, Padeletti recibió el Premio Boris Vian (1989), el Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2003), el Premio Konex de Platino (2004) y la Beca Guggenheim (2005). Considerada de culto, su obra fue traducida al inglés y al portugués.
Los escritores Jorge Monteleone, Daniel Freidemberg, Mario Arteca, Florencia Abbate y Damián Lamanna Guiñazú -conocedores de la poesía de Padeletti- destacaron la forma, el estilo y el impacto de una de las obras poéticas más trascendentes de la Argentina. Monteleone sostuvo que Padeletti “había logrado que en su poesía la fijeza del instante en la forma se liberara del transcurrir. La presencia del poema en el ahora, aquella actualidad sagrada que quiebra el continuo del tiempo. El ahora no es el momento fugaz, sino más bien la fugacidad retenida en un instante puro”.
Freidemberg, por su parte, reflexionó: “No emociona mucho la poesía de Padeletti ni, menos aun, deslumbra o impacta, no apunta a revelar alguna verdad oculta o trastrocar los usos de la lengua, y sí en cambio invita a asistir muy atentamente, en todos los sentidos del término, al desarrollo de un pensamiento que, fiel únicamente a sus propias razones, no sabe a dónde va”.
El poeta platense Mario Arteca, en tanto, fue contundente: “Nadie escribirá como Hugo, porque para eso uno debe tener un temple crítico y pulsional que poca gente tiene. Perdón, pocos escritores tienen. Al saber de su desaparición me sucedió lo mismo que con otros escritores: revolver la biblioteca y hallarlo”.
La escritora Florencia Abbate, a su turno, dijo que Padeletti “era un místico, en el más alto sentido de la palabra, y profesaba además una fe en la belleza. Toda su obra es hija de una búsqueda contemplativa. La experiencia contemplativa -en su doble perspectiva, religiosa y estética- exige una vida diferente, al margen del bullicio mundano y de esos falsos dioses como la fama o el poder”.
Y Damián Lamanna Guiñazú, por último, sostuvo que en los poemas de Padeletti uno se encuentra “con una síntesis estética, una condensación de todas las épocas: un desborde de color -el artista plástico o el trabajo de un ser humano muy consciente de la materia y su capacidad de deformarse- combinado con una búsqueda rítmica temblorosa, con rimas inesperadas y una gran precisión para referirse a los objetos y las imágenes”.
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