Valentina Bassi: “Sea lo que sea, siempre voy a encontrar placer y disfrute en mi personaje”
Edición Impresa | 29 de Enero de 2018 | 04:41

María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com
Enviada especial a Mar del Plata
Seleccionada entre 400 chicas, Valentina Bassi (44) se quedó con el papel de María Soledad Morales en la película que filmó Héctor Olivera en 1993, un personaje fuerte y sufrido con el que se le abrieron las puertas del mundo de la actuación. Desde entonces, su nombre ha formado parte de elencos teatrales, televisivos y cinematográficos, consolidando una carrera que ya lleva veinticinco años y por lo que, ahora, se da puede el gusto de elegir en qué embarcarse.
Para la actriz nacida en Trelew, lo primordial es “que sea buena gente”. Dice, en diálogo con EL DÍA, que ya superó el momento de selección cuidada en post de su imagen y profesión, y que ahora su búsqueda va por otro lado. “Ya se me pasó la etapa de ¿qué me sirve para mi carrera? Lo que sirve para mi carrera, me sirve para mí, y lo que me sirve ahora es trabajar con buena gente, con personas que tengan la misma pasión por la actuación, con las que que podamos compartir las mismas cosas”.
Cuenta que nunca padeció nada de su mundo, porque actuar está antes que todo. Y a pesar de que alguna propuesta no haya llegado redonda a sus manos, sostiene que siempre trata de buscarle el lado positivo. “Sea lo que sea yo le voy a encontrar placer y disfrute a mi personaje. Por suerte, siempre le he encontrado la vuelta”, remarca.
Se nota que es así porque Valentina, desde principios de enero, forma parte de una de las obras teatrales más audaces de la temporada, “El Ardor”, en la que le da vida a una madre poco convencional, con la que se hace un festín cada vez que sube al escenario.
“Está re loca, Rita”, tira, entre carcajadas, y explica sobre el proceso de composición de esta maestra de apoyo escolar agobiada por la vida: “la desfachatez que tiene es tal que puedo hacer cualquier cosa porque entra dentro del personaje. Está sacada, borracha. Hay algo que no tiene filtro en su manera de pensar. Y eso para los actores es muy divertido”.
ARDORES QUE MATAN
Escrita por Alfredo Staffolani, bajo la dirección de Luciano Cáceres, “El Ardor” se presenta como una reflexión filosa sobre los vínculos familiares, en la que un matrimonio (Bossi/Cáceres) y su hijo adolescente (Santi Magariños) verán explotar sus miserias cuando el primo entrerriano (Joaquín Berthold) aterrice en el departamento asfixiante de desidia y de calor.
“Me gustó lo que se desprendía del texto, de esta familia tan disfuncional, que son un desastre todos pero no se dan cuenta. Si fuera por ellos, vivirían tomando vino para tapar todos los agujeros que tienen”, rescata la actriz, del texto del dramaturgo, director y actor bonaerense, y destaca esos engranajes que el autor utilizó para contar todo el drama en el que viven estas criaturas a través del humor.
“Creo que hay una pluma ahí. Me parece que está bueno contar estas cuestiones desde la comedia, porque la comedia te hace abrirte, y cuando estás relajado, entra la reflexión, y lo conmovedor que tiene la obra, que es mucho”, dice Bassi, sobre la obra que se ofrece de viernes a domingo a las 21 en el Auditorium.
Para ella, precisamente, ése es el mayor aporte de esta pieza para la temporada: “Creo que el gran hallazgo de la obra es que, a pesar del drama que te cuenta, es muy entretenida, tiene muchísimo ritmo; y te saca esas ganas de entretenerte que tenés por estar de vacaciones, pero además te da un montón de otras cosas más que la hacen más grande”.
De regreso a Mar del Plata después de dos años (había sido parte del elenco de “La casa de Bernarda Alba”), Valentina confiesa que la sedujo que estuviera en el proyecto el nombre de Luciano Cáceres, con quien tenía muchas ganas de trabajar: “Laburamos juntos como actores en ‘Teatro x la identidad’ en el 2000, y después hicimos cine y tele pero nunca me había dirigido. Vi pilas de obras de él, y siempre me gustó la mirada que tiene sobre el teatro. Me pareció que le aportó muchísimo al texto, que le sacó punta a toda la comedia que tiene, y la hizo muy lúdica, muy física, muy corporal”.
De todos modos, y a pesar de la confianza ciega que le tenía a su compañero, asegura que no se imaginaba cómo ese guión podía quedar montado, sobre todo cuando se enteró que se escenificaría en una sala imponente.
“Al principio me daba miedo, porque pensaba cómo una obra intimista se hace en una sala para mil personas. Pero para eso estaba Luciano… Se hizo toda una especie de dispositivo que lo convierten en un espectáculo: una pantalla con cosas audiovisuales, mucha música y agua por todos lados porque hay que apagar esos ardores, y todos esos recursos ayudan a que se llene el escenario. Yo creo que logramos no perder la intimidad que tiene que tener una obra de relaciones. Ese era el desafío de la obra”, explica.
EN LA REALIDAD PORTEÑA
Feliz de haber podido organizar la logística familiar para trabajar y vacacionar en Mar del Plata, en su regreso a la realidad porteña Valentina espera poder continuar mostrando “El Ardor”, convencida de que “cuando tenés un proyecto tan lindo y armónico no suelen pincharse”.
Además, seguirá acompañando por diferentes festivales a “Al Desierto”, la película que protagoniza junto a Jorge Sesán y que, dirigida por su marido y padre de su hijo, Ulises Rosell, marcó un desafío en lo personal y profesional. “Se nos ocurrió hacer una película cuando ya teníamos un hijo, antes hubiera sido más fácil. ¡Fue un quilombo logístico! Doce horas por día en el medio de la Patagonia, en los lugares más inaccesibles, con nuestro hijito chiquito... Pero salió hermosa y fue una experiencia divina”.
¿Y la tevé? Tras unos años de ausencia, Valentina reconoce que ahora estaría lista para volver. “He pasado por años en los que prefiero no hacer, sobre todo cuando hice teatro comercial que me lleva más tiempo, pero esta obra es más livianita, y yo siento que tendría espacio y me encantaría”.
De todos modos, sabe que la concreción de sus planes no siempre dependerán de ella, porque, dice: “En esta profesión todo se va haciendo al andar, y no se puede planificar nada. Lo aprendí de grande. Podés tener un par de deseos y después ir viendo si se pueden realizar. Pero siempre súper tranqui. Hasta ahora he tenido suerte”.
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