La violencia y la intimidación nunca fueron el camino

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Nada justifica el “escrache” o la agresión. Nunca la violencia, o el intento de imponerse a través del uso de la fuerza, fueron argumentos válidos en una sociedad democrática. No es ese el camino; no es esa la forma y todo intento de intimidación, de agresión o de violencia es y será condenado, provenga de donde provenga.

Nadie, a su vez, niega el justo derecho de todo ciudadano a expresar su disconformidad o disgusto por una política. Pero no es el camino a través de la violencia.

Sobradas muestras tuvo este país -y en especial esta Provincia- de las tempestades cosechadas a través de la intemperancia que creen que a través de la intimidación, o las piedras, pueden obtener respuestas que satisfagan sus demandas.

No hay “escraches” buenos, ni “escraches” malos. Todos deben ser socialmente repudiados. No puede, ni debe haber justificativos en ese sentido.

Perseverando en su discurso antidemocrático, Hebe de Bonafini -la misma que se sintió dueña del derecho a montar jurados populares para condenar a periodistas- felicitó a los agresores de la Gobernadora. “La sacaron por una puerta de atrás, y a contramano, porque los compañeros la corrieron. Yo estoy contentísima, la verdad, los felicito a los compañeros de Chascomús”, dijo.

Palabras que, en síntesis, resumen el más claro ejemplo de lo que una inmensa mayoría de la sociedad condena y repudia.

 

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