¿La moto, donde el transporte público no llega?
Edición Impresa | 28 de Octubre de 2018 | 02:37

Laura Aón
Arq. Mg. Directora del Observatorio de Movilidad de La Plata – Iipac/Conicet UNLP
Una de las claves para reducir la congestión vehicular, la siniestralidad y el estrés urbano en la ciudad es la promoción y mejora del transporte público colectivo automotor. Dados los cambios demográficos y territoriales que hemos tenido a lo largo de las últimas décadas, es preciso desalentar el uso del automóvil particular convirtiendo al sistema masivo de transporte en una alternativa confiable y de calidad.
De acuerdo con datos provistos en 2014 por la dirección de Transporte y Tránsito del municipio local y de la subsecretaría de Transporte del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Provincia, en la ciudad se realizan 406.472 viajes diarios en transporte público colectivo automotor.
Estos viajes representan un 74% del total de viajes en modos masivos (que incluyen a los colectivos interurbanos y al transporte escolar también) y representan un 30,19% del total de los casi 1,4 millones de viajes diarios que se realizan en la ciudad en todos los modos de transporte.
Si bien el uso del colectivo ha bajado notablemente desde mediados de los años ‘90 hasta hoy, la cantidad de viajes que realiza diariamente en la ciudad evidencia la importancia que el sistema tiene en la vida cotidiana de los habitantes. En este marco, los problemas más frecuentes que indican los usuarios, son las bajas frecuencias en algunos barrios y la incertidumbre de horario y de tiempo de espera. Mientras llegan las respuestas del Estado, las personas buscan sus propias soluciones, particularmente en los barrios más alejados y desprovistos de equipamiento, cuyos habitantes dependen completamente de las áreas centrales para resolver su vida urbana cotidiana.
Allí la motocicleta aparece como solución de movilidad y accesibilidad. La moto libera a las personas de quedar cautivas de un sistema de transporte insuficiente, pero además reduce costos (de compra, mantenimiento, combustible y estacionamiento) en relación al uso del automóvil, y en ocasiones permite la movilidad de varios miembros de las familias y hogares.
La contracara de esta situación aparentemente positiva es la altísima siniestralidad de los conductores de motos en nuestra ciudad. No podemos decir que el uso de la motocicleta en sí sea bueno o malo, pero podemos afirmar que, frente a los agresivos modos de conducir en nuestra ciudad, los motociclistas son más vulnerables, especialmente cuando utilizan el modo individual para transportar a varias personas.
Es preciso invertir en campañas para construir desde el Estado una nueva cultura de la seguridad vial, también es preciso que el propio Estado garantice la movilidad y accesibilidad de los ciudadanos, y sobre todo es preciso que la Comuna pueda convocar a trabajar estos temas estructurales y debatir sus propuestas de solución, involucrando a la Universidad, los vecinos, las organizaciones barriales, los gremios, las empresas... La tarea que tenemos por delante es ardua, pero tenemos la base de trabajo necesaria como para empezar a hacerla.
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