Brasil mide el peso de la corrupción en las urnas tras el caso del Lava Jato
Edición Impresa | 4 de Octubre de 2018 | 02:26

SAN PABLO
El efecto de los escándalos de corrupción que han sacudido a Brasil en los últimos años será medido en los comicios de este domingo, en medio del descontento de los electores después de cuatro años marcados por denuncias contra los políticos más poderosos del gigante latinoamericano.
El país enfrentará sus primeras elecciones presidenciales tras conocerse la magnitud del Lava Jato, una enorme trama de corrupción destapada en marzo de 2014 y que ha salpicado a políticos de casi todo el arco partidario.
Las secuelas de esos escándalos serán un desafío para el Gobierno que resulte de las elecciones tras un sinfín de operaciones anticorrupción, confesiones “del fin del mundo” protagonizadas por importantes empresarios y “búnkers” repletos de dinero desviado de las arcas públicas.
La mayor investigación contra la corrupción en la historia de Brasil, que ha extendido sus tentáculos a otros países de Latinoamérica, sentó en el banquillo a importantes legisladores y condujo este año a la cárcel al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien fue durante meses uno de los principales protagonistas de la campaña a pesar de estar entre rejas.
Lula fue proclamado como candidato del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda), pero la justicia electoral vetó sus aspiraciones basándose en una ley que impide que condenados en segunda instancia, como es su caso, se postulen a un cargo electivo.
El malestar de los votantes con la clase política brasileña tras los escándalos y el rechazo de una parte de la población hacia el PT después de 13 años de Gobierno de izquierda fue capitalizado por el ultraderechista Jair Bolsonaro, líder en los sondeos. “En los últimos cuatro años, Bolsonaro se benefició del rechazo al PT y de los que están contra todo”, expresó Oswaldo Martins, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Campinas (Unicamp).
Conocido por sus polémicas declaraciones machistas, racistas y homofóbicas, Bolsonaro -capitán de la reserva del Ejército- se ha erguido como el representante de la “nueva política” pese a sus 27 años como diputado, y levantó la bandera de la lucha contra los corruptos y el PT de Lula.
CANDIDATOS SALPICADOS
Las acusaciones por corrupción siguieron planeando durante la campaña electoral y salpicaron a algunos de los principales candidatos, que llegan a los comicios con denuncias bajo el brazo.
El abanderado del PT y sucesor de Lula, Fernando Haddad, segundo en los sondeos, fue acusado hace poco por la Fiscalía de haber recibido 2,6 millones de reales en coimas de la constructora UTC Engenharia para pagar una deuda contraída durante la campaña electoral de 2012.
Una acusación similar recayó sobre el candidato socialdemócrata Geraldo Alckmin, denunciado por supuesta financiación ilegal en la campaña de 2014 para su reelección como gobernador del estado de San Pablo.
Presentados como una tercera vía ante los electores, el laborista Ciro Gomes y la ecologista Marina Silva también defendieron su trayectoria limpia de denuncias por corrupción, pero casi no tienen chances de ir al ballotage. Todos los candidatos trataron el tema en la campaña, especialmente en los debates de TV, y se comprometieron a combatir la corrupción y fortalecer las instituciones -si llegan al poder- para recuperar la “ética política”. (EFE)
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