El testimonio de un vecino platense que vive con miedo y balas en su cuerpo
Edición Impresa | 6 de Octubre de 2018 | 02:01

Pasaron siete meses del ataque a escopetazos que Saúl Rubén Gauna (47) sufrió a unos cuantos metros de su casa de Los Hornos, y aunque sobrevivió (pronóstico que los médicos llegaron a poner en duda), su vida no volvió a ser la misma. “Está en mi casa, pero es como una internación domiciliaria”, explicó su hija, Diana, “come por sonda nasogástrica, usa pañales y tiene que hacer rehabilitación”, sin mencionar “los dolores por los perdigones que recibió en todo el cuerpo”, que ningún calmante logra aliviar, confió la chica.
Un hombre y su hijo, vecinos de la víctima, se entregaron el martes pasado en la DDI La Plata por su presunta responsabilidad en el ataque y quedaron detenidos acusados de “lesiones graves”, a disposición de la fiscal Virginia Bravo.
Ahora la familia de Gauna reclama que se agrave la carátula de la causa, ya que “estuvieron siete meses prófugos y con esa calificación es muy probable que pronto salgan libres”, estimó Diana.
El gravísimo incidente sucedió el 4 de marzo de este año después de una discusión que mantuvieron los acusados con el hermano de Saúl. “La policía les dijo que fueran a hacer la denuncia”, recordó Diana, agregando que ya en la comisaría de Los Hornos su tío “se encontró con esta gente, que eran muchos, y le quebraron un brazo”. Según explicó la chica, los agresores no quedaron detenidos en ese instante, sino que aprovecharon “el tumulto para irse”, no sin antes lanzarle a su contrincante la advertencia: “Ahora vas a ver”.
Un rato después los agresores dispararon con una escopeta contra la casa de Saúl, en 64 entre 153 y 154, “porque seguramente creyeron que era la de mi tío”, aportó Diana. La víctima, que en ese momento estaba descansando, salió a la calle para ver qué pasaba y, a unos metros de allí, le pegaron dos escopetazos que lo tumbaron al piso.
Recibió perdigones en todo el cuerpo. “De los pies a la cabeza. Tuvo impactos en el corazón, hígado y pulmón”, detalló su hija, lesiones por las que tuvieron que operarlo tres veces (además de hacerle una traqueotomía). Saúl, que hasta el día en que lo hirieron era contratista de obra, pesa hoy “45 kilos y está en silla de ruedas”, sumó Diana, mamá de cinco hijos chiquitos y sostén -junto a su madre- de toda la familia.
“Tenemos terror. Esta gente -por los agresores- vende droga desde hace años y amenazan a la gente con armas. Se pasean como si nada por la calle y se jactan de que son intocables”, denunció la chica en las horas posteriores al hecho cuando los acusados todavía estaban prófugos.
Aunque hoy están detenidos, el miedo sigue intacto, sobre todo a que los excarcelen.
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