Aquellos anarquistas y estos lúmpenes posmodernos

Por FERNANDO CORADAZZI

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Por FERNANDO CORADAZZI
fcoradazzi@eldia.com

El 14 de noviembre de 1909, el militante anarquista de origen ruso Simón Radowitzky, arrojó una bomba casera dentro del vehículo que llevaba al Coronel Ramón L. Falcón, primer jefe de la Policía Federal Argentina, y lo asesinó junto a su secretario privado, Alberto Lartigau.

Ciento nueve años después, el 14 de noviembre pasado, la activista Esperanza Salcedo colocó un artefacto explosivo en el mausoleo del Coronel Falcón, en el cementerio de la Recoleta. Pero falló, porque al momento de manipular el explosivo intentó sacarse una selfie con su celular que detonó la bomba. La explosión le arrancó tres falanges de una mano y le provocó heridas graves en su cara.

Simón Radowitzky estudió escritos de uno de los padres intelectuales del anarquismo, el ruso Mijail Bakunin (1814-1876), era lector del periódico La Protesta y le gustaba la música clásica.

Esperanza Salcedo interactuaba en las redes sociales, fundamentalmente en Facebook, donde escribía que su religión era “alcohólica, apostólica y romana” y que “nunca sería policía”. Además escuchaba a los grupos punk argentinos Flema y Mal Momento.

Entonces ¿qué relación tienen estos grupos anarquistas posmodernos con los referentes históricos del anarquistas argentinos e internacionales? Excepto el nombre, ninguna.

“El anarquismo tuvo una fuerte inserción en el movimiento obrero argentino de principios de siglo XX, y se caracterizó por sus acciones directas: huelgas generales, ocupación de establecimientos, enfrentamiento con los rompehuelgas, la policía y el ejército...” Y planteaban el cambio “mediante la huelga general insurreccional”, según o definió el historiador y becario del Conicet Fernando Aiziczon.

Los llamados “anarquistas” siglo XXI, tienen su anclaje ideológico en los “squatters” ingleses de la Inglaterra punk de la década del 80, que ocupaban casas, se emborrachaban, drogaban y robaban porque sí.

Luego siguió el movimiento Okupa, donde descolló la argentina María Soledad Rosas, muerta en una prisión italiana en 1998.

Aquí se transformaron en Los Obelos, un sector lumpenizado, que integraban varios de los detenidos ayer.

 

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