Después del hecho, un detenido que no fue

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Varios minutos después del asalto del que fueron víctimas la dueña de la panadería y una clienta, dos policías motorizados arribaron al lugar, ubicado en diagonal 74 entre 28 y 29.

Con los datos y características aportados por Ángela, la propietaria del comercio, salieron en busca del delincuente.

Lo mismo hizo un vecino, que “sacó el auto y se fue por calle 71”, sostuvo la mujer.

Los uniformados partieron en direcciones opuestas y volvieron después de una búsqueda infructuosa. “Al tiempo vino un patrullero y salieron de nuevo”, aseveró Ángela.

En esa oportunidad, uno de los efectivos en moto la llamó: “Lo agarramos”, le dijo.

Sin embargo, la joven debía ir hacia donde estaban y reconocerlo como el autor del hecho.

Lo tenían en una pinturería cercana y llevaba “una mochila con dos celulares y una navaja”, le dijeron los policías. Por su seguridad, le pidieron que lo identificase desde el auto.

El sujeto tenía una gorra y “de perfil me pareció que era el ladrón”, señaló Ángela. En tanto, él aseguraba ser inocente.

Sin embargo, algo en la vestimenta del sospechoso no dejaba tranquila a la comerciante. Cuando se lo estaban por llevar detenido, juntó coraje y lo encaró.

“Lo vi de cerca y enseguida me rectifiqué. Tenía otra ropa, otro físico y la cara no era la misma, pero como todavía estaba asustada me había parecido que sí”, explicó la joven.

Después de que liberaron al muchacho, Ángela se disculpó repetidas veces. “Me moría de la vergüenza, pobre pibe, no sabía cómo pedirle perdón”, indicó.

Tras secuestrarle la navaja, el joven fue liberado.

 

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