La golpeó hasta dejarla ciega, está preso y piden que haga un curso contra violencia de género

Lo ordenó la Justicia en la sentencia al hombre acusado por agredir a su ex pareja en 2011. Saldría durante el año próximo

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“Voy a poder criar a mis hijos, pero no podré verlos nunca más”, expresó Susana Gómez el 14 de abril de 2014.

Fue luego de escuchar la condena a ocho años de prisión para su ex marido, Carlos Goncharuk quien, tres años atrás, la había dejado ciega a golpes.

La mujer había denunciado a Goncharuk en 13 oportunidades, durante los 9 años en que convivieron y, al momento del ataque, el agresor violó una medida de restricción perimetral que pesaba sobre él, por la cual tenía prohibido acercarse a ella.

Tras la condena, mediante un juicio oral, al hombre se le impuso la obligatoriedad de realizar un tratamiento sobre la temática de violencia de género, que hasta el momento no ha realizado.

Siete años después de ese violento incidente del que fue víctima, Gómez le pedirá esta mañana al procurador general bonaerense, Julio Conte Grand, que exija el cumplimiento de ese proceso psicológico, antes de que su agresor recupere la libertad, situación que se hará efectiva en 2019.

UNA HISTORIA VIOLENTA

El juicio contra Goncharuk se inició el 2 de abril, aunque la primera audiencia se postergó por varios días, luego de que el imputado, acusado de “lesiones gravísimas”, se negara a ser representado por una defensora oficial.

Gómez conoció a Goncharuk en 2002 y estuvo con él hasta 2011, cuando recibió la paliza que la dejó ciega: le golpeó la cabeza repetidas veces contra la pared de la cocina, lo que le produjo el desprendimiento de ambas retinas.

Carlos Goncharuk fue condenado a ocho años de cárcel. Sus hijos se negaron a retomar el vínculo

 

Durante el juicio, la mujer contó en el estrado los episodios de violencia que vivió durante su tiempo juntos y recordó que en ese período, Goncharuk “me decía ‘te voy a matar, te voy a dejar ciega’, y lo peor de todo es que lo hacía delante de mis hijos”.

Esa particularidad (la de agredirla delante de sus hijos) sería un común denominador en el vínculo.

Asimismo, refirió que “pese a todas las denuncias” la Justicia “no hacía nada”. Y recordó que sus cuatro hijos, de entre 4 y 10 años, “veían constantemente su violencia, cómo me pegaba y me hacía mantener relaciones íntimas delante de ellos”.

Cuando por fin pudo tomar la determinación de abandonarlo, Gómez huyó a la casa de sus padres. Sin embargo, ellos también fueron atacados.

Finalmente buscó refugio en “Casa María Pueblo”, la ONG platense que ayuda a las víctimas de violencia de género.

Allí recibió abrigo y pudo iniciar los trámites de denuncias, que terminarían con el esposo preso meses más tarde.

Gómez se desempeña como telefonista de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, en cumplimiento del cupo de discapacidad, y tiene 4 hijos con su agresor, de entre 13 y 8 años, quienes se negaron a retomar la relación con su padre.

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