El empoderamiento de las mujeres

Por Jorge Tarzián

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Jorge Tarzián (*)

tarzian@fibertel.com.ar

Se llama empoderamiento de las mujeres, al proceso por el cual aumentan sus pasos en la toma de decisiones y acceso al poder. El término -“empowerment” en inglés- fue acuñado en la Conferencia Mundial de las Mujeres de las Naciones Unidas en Beijing (Pekin) en 1995, donde Argentina tuvo un papel preponderante. Actualmente, esta expresión conlleva también a otra dimensión: la toma de conciencia del poder que, individual y colectivamente, ostentan las mujeres y que tiene que ver con la recuperación de su propia dignidad como personas. Además, este proceso de empoderamiento, debe incorporar una visión crítica sobre el sistema de género, sobre los papeles y estereotipos asignados por el género de los sexos, y sobre los déficits de participación históricos de las mujeres. Además, debe acompañarse por estrategias que potencien la igualdad efectiva en el acceso a los recursos básicos, entre ellos, la educación, la sanidad o el empleo de calidad, y debe incorporar reconocimiento y la revalorización de las mujeres por sus aportaciones en cualquier campo de la actividad humana, y por su capacidad para luchar por sus derechos y su emancipación.

El empoderamiento es tanto un proceso individual y colectivo como un objetivo a lograr, por lo que requiere también afrontar estrategias para lograr la igualdad efectiva en todos los ámbitos de la vida. Y, particularmente, impulsar una mayor participación de las mujeres en los escenarios del poder, hasta lograr una participación igualitaria. La plataforma de Accion de Beijing, resultante de la Conferencia Mundial, estableció que las mujeres tienen igual derecho a participar en la gestión de los asuntos públicos y, mediante esa participación, a contribuir a redefinir las prioridades políticas al incluir en los programas nuevos temas y ofrecer nuevos puntos de vista sobre cuestiones políticas generales. Como afirma ONU Mujeres, la Agencia de las Naciones Unidas, las mujeres tienen muy poca participación en las decisiones que las afectan ya sea en los órganos políticos o en las reuniones empresariales. En comparación con los varones, las mujeres están muy rezagadas en el acceso a la tierra, el crédito y el empleo decente.

Es necesario derribar las múltiples barreras que impiden a las mujeres aprovechar las oportunidades económicas. Fomentar el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente a la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo. La igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible. Si se facilita la igualdad a las mujeres en el acceso a la educación, a la atención médica, a un trabajo decente y una representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas, se estarán impulsando las economías sostenibles y las sociedades y la humanidad en su conjunto se beneficiarán al mismo tiempo. Estableciendo nuevos marcos legales sobre la igualdad de las mujeres en el lugar de trabajo y la erradicación de las prácticas nocivas sobre estas, es crucial para acabar con la discriminación basada en el género que prevalece en muchos países del mundo. Los estudios sobre el potencial empoderador de la alfabetización han llevado a Stromquist ( 997) a plantear que para las mujeres, la principal puerta de entrada a los procesos de empoderamiento es su organización colectiva. Salir de casa y participar en algún tipo de iniciativa grupal o empresa colectiva que sea exitosa, es útil para que las mujeres desarrollen un sentido de capacidad que incrementa su autoestima y economía, siendo el factor clave la existencia de un grupo pequeño y cohesionado donde se dé una identificación estrecha entre sus integrantes.

El empoderamiento de las mujeres es esencial para erradicar la discriminación, disminuir la brecha salarial y construir un país con igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. De ahí que uno de los servicios que se ofrecen en los Centros de Justicia para las Mujeres, sean precisamente los talleres de empoderamiento enfocados a preparar y capacitar a las mujeres para que se desarrollen plenamente en la sociedad, y logren el fortalecimiento económico necesario para salir del círculo de la violencia.

Después de más de una década de investigar y teorizar sobre los procesos de empoderamiento de las mujeres, las feministas que trabajan en el campo del desarrollo han construido algunos consensos en torno al significado y alcances de este concepto, reconociendo que en todas las sociedades, las mujeres tienen menos capacidad de decisión que los hombres sobre aspectos estratégicos de sus vidas. Lo que caracteriza a las visiones feministas sobre este tema, es la recurrencia a conceptos como poder, derechos, intereses, elecciones y control a la hora de definir las implicaciones del empoderamiento en la vida de las mujeres.

(*) Doctor en Medicina.

 

 

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