Gimnasia terminó de pie

El equipo de Pedro Troglio jugó la final como debía hacerlo, tanto en lo colectivo como en lo individual. No se guardó nada

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Por WALTER EPÍSCOPO

wepiscopo@eldia.com

Pedro Troglio busca una explicación mirando al cielo de la noche mendocina. Lucas Licht tirado en el campo de juego, también. Miles de hinchas retirándose del estadio “Malvinas Argentinas”, hacen lo mismo.

Los motivos suelen ir para el lado del destino; o para aquellos que tienen fe o no, para el lado de la creencia religiosa. Qué más puede haber? “Al equipo no se le puede decir nada esta vez”, comentan los hinchas.

Jugaron la final como debían, desde lo colectivo presionando a un rival que como un boxeador contra las cuerdas, solo buscaba aire y reventaba la pelota para cualquier parte o paraba el juego con cualquier excusa. El Lobo dominó territorialmente y tuvo la pelota la mayor parte del tiempo.

Desde lo individual, fue parejo y con algunos puntos altos como Guanini que debe haber jugado su mejor partido en Primera, más allá que esta vez le tocó errar en los penales. Faravelli fue todo corazón y desde sus pies salieron las mejores acciones, marcando además el gol del empate en un contragolpe letal.

El paraguayo Ayala quien estaba en deuda en cuanto a su rendimiento, demostró su jerarquía y personalidad para esta clase de encuentros. Rinaudo fue el cerebro aportando claridad. Comba más no pudo haber corrido demostrando un importante despliegue.

El resto, algunos más otros menos, pero cumplieron, y no se achicaron ante un rival que traía la carga de perder tres finales de Copa Argentina, y nombres importantes como Caruzzo, Ortigoza, Camacho, y arriba a una dupla peligrosa como la de Zampedri y Ruben.

Afuera la gente hizo lo suyo, con una movilización conmovedora recorriendo 1.100 kilómetros; adentro el equipo actuó en consecuencia, por eso también esa ovación y aplausos en el final para los jugadores. Es que no había lugar para recriminar nada. El hincha se dio cuenta que el equipo dejó todo lo que tenía.

Los jugadores también demostraron su conducta deportiva, que no es poca cosa en estos tiempos de salvajismo futbolero. Gimnasia fue un buen perdedor quedándose en el campo de juego a pesar de su dolor y bronca por la chance de título que se le acababa de escapar. A esperar su medalla y saludar a su rival, como debe ser. Eso también debe ser motivo de orgullo para su gente, el comportamiento de sus jugadores, en estos tiempos en donde los valores están pisoteados y jugar sucio o hacer trampa es de “vivos”. Para aplaudir entonces en este aspecto también a los jugadores y cuerpo técnico de Gimnasia.

Si hubo tristeza? Claro que si. Y mucha, en un vestuario donde las lágrimas abundaron por la chance perdida. Desde los jugadores, dirigentes, cuerpo técnico, médicos hasta la gente de utileria, que estuvo en cada detalle para que a los jugadores no les falte nada.

Fue una noche dolorosa y triste para Gimnasia por el resultado. Porque no mereció ir a penales, hizo méritos para ganarlo en los noventa minutos, pero no pudo ser. Y Central que jugó peor que en las tres finales que le tocó perder, estuvo fino en los penales y terminó festejando.

Un párrafo aparte merece la conducta de la gente, que en una semana realizó dos movilizaciones importantes y no generó ningún disturbio, tanto con River en Mar del Plata como con Rosario Central en Mendoza. Hubo buena convivencia en la ruta, paradores y calles, antes y después del partido, algo que no deja de ser saludable.

De las derrotas también se aprende (aunque el Lobo terminó invicto con tres victorias y tres empates), tal vez lo hecho en esta Copa Argentina sirva para encontrar el camino a seguir, ya sea para la lucha en la Superliga Argentina donde deberá levantar, y mucho, como a su vez pensar en una próxima edición de la Copa.

Gimnasia murió de pie y nadie le podrá decir nada, demostró que tiene con que pelear y ese debe ser el consuelo para Troglio, que deberá mañana mismo ante Huracán, apuntar a sacar los tres puntos.

 

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