Volvieron a marchar por el Savoia para pedir Justicia por el doble homicidio

Se concentraron cerca de donde ocurrió el hecho y caminaron por Centenario. Hay dos detenidos, para quienes pidieron preventiva

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A pocas horas de que se cumplan dos semanas del doble homicidio en el barrio Savoia, familiares, amigos y vecinos de las víctimas volvieron a marchar ayer por esa zona de City Bell para pedir Justicia.

Por el caso hay dos detenidos, para quienes el fiscal pidió el jueves pasado la prisión preventiva o, dicho en otros términos, que sigan detenidos por lo menos hasta que se haga el juicio.

El planteo de Marcelo Romero fue para los dos imputados: Laura Elizabeth Sosa, de 21 años, embarazada de 5 meses y apodada “Lau”, quien está detenida sospechada de haber matado de una puñalada por la espalda a Francisco Rubén Octavo Benítez (21). Y Raúl Ignacio Basualdo, de 25 años y con antecedentes penales, acusado de asesinar (con la misma mecánica) a Maximiliano Ezequiel Mengarelli (24).

Unos 150 allegados a Maximiliano y Rubén se concentraron ayer a la tarde a metros de donde los mataron y después marcharon desde Güemes y Centenario hasta la estación de trenes de City Bell, reclamando la máxima pena para los imputados. No hubo incidentes.

En el pedido de preventiva que deberá resolver el juez Pablo Raele, el fiscal dio por acreditado que los homicidios sucedieron “el día 20 de enero de 2018, en las primeras horas de la mañana, en las inmediaciones de la finca” situada en 7 entre 475 y 476, donde había una fiesta, y “en el contexto de una contienda del momento en la que confrontaban varios sujetos”.

Para Romero los homicidios son “calificados” porque fueron cometidos con alevosía, agravante que consideró fundamentado por “el medio empleado para su factura, las zonas del cuerpo escogidas para infringir las lesiones, todas decisivas para el sostenimiento de la vida, la imposibilidad de defensa de las víctimas y la conducta de ambos encartados, quienes (actuaron) sin mediar palabra, intempestivamente y con la garantía de que las mismas no se encontraban en condiciones de defenderse”.

Tanto a Silva como a Basualdo los complican distintos testimonios y la filmación de una cámara de seguridad cercana a donde se desarrolló la pelea.

Uno de los testigos afirmó que quien mató a Mengarelli “vestía una camiseta de fútbol color amarillo”. La descripción que hizo de este sujeto se ajusta a la fisonomía de Basualdo, dijo Romero, sin pasar por alto que esta persona refirió no haber visto a nadie más con un cuchillo en la mano.

Otro testimonio fuerte apunta a Sosa: “... alcanzo a ver claramente a la hija de la dueña de casa”, a quien identifica con nombre y apellido, “que viene directamente hacia donde estaba yo y sin decir nada le da una puñalada en la espalda a un pibe que estaba parado justo al lado mío”, en referencia a Rubén Octavo. De la víctima, aseguró que “no detentaba ninguna actitud de agresión y quería atemperar los ánimos”.

 

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