Preocupante contaminación en el arroyo El Gato: ahora un tramo apareció color violeta

Vecinos de Ringuelet y Tolosa advirtieron sobre la extraña apariencia del curso de agua que se observó en el Camino Centenario

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Sorprendidos y preocupados por lo que consideraron una nueva agresión al curso de agua más degradado de toda la Región, vecinos de Ringuelet y Tolosa denunciaron ayer el vuelco de centenares de litros de una sustancia de intenso color violeta al arroyo El Gato.

El hecho tomó estado público poco antes del mediodía, cuando varios ciclistas y peatones comenzaron a advertir que además de los habituales destellos tornasolados y aceitosos del Gato, su superficie estaba completamente teñida.

El vertido, proveniente de un caño situado a la altura de 12 y 514, donde recientemente se concluyó la obra de ensanchamiento y canalización del arroyo y un nuevo puente, se inició poco antes de las 11 y continuó hasta pasado el mediodía. Hacia las 13, el agua había recuperado su aspecto habitual.

Los vecinos atribuyeron la procedencia del extraño líquido, de color muy vivo y del que no emanaban olores demasiado perceptibles, a una de las industrias de la zona. Y aseguraron que el fenómeno tiene antecedentes que se remontan al menos dos décadas atrás.

Algunos incluso sostuvieron que “esa tinta violeta sale del caño día por medio, la tiran así para no tener que tratarla como corresponde”.

UNA CUENCA SIN ESPERANZAS

Con 106 kilómetros cuadrados, la cuenca del Gato abarca la mayor parte del casco histórico platense y sus inmediaciones. Es la versión local del Riachuelo, una combinación de desagüe pluvial y sumidero séptico.

Desde hace algunos años, las obras del mega-plan hidráulico contra las inundaciones refuerzan esa condición: el revestimiento en hormigón del cauce clausuró cualquier chance de recuperación ecológica “integral”, aunque cediera el grado de suciedad de sus aguas y las de sus aportantes Pérez y Regimiento, igualmente sucios y casi totalmente entubados.

A lo largo de su recorrido, el Gato recibe vertidos cloacales a industriales, lixiviados -el venenoso “jugo” de la basura en estado de descomposición-, y desperdicios sólidos domiciliarios.

El estudio más reciente acerca de su estado, realizado por la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional, corroboró lo que venían poniendo de manifiesto todos los análisis previos: se trata de una cloaca a cielo abierto, con una presencia de bacterias fecales cinco veces mayor a la permitida -25 mil por mililitro, cuando no deberían ser más de 5 mil-, además de residuos sólidos domiciliarios y desperdicios industriales que son arrastrados hasta desembocar por medio del río Santiago en el estuario del Plata, a un kilómetro de la toma de agua para potabilizar en la planta Donato Gerardi de Punta Lara.

Para peor, en las inmediaciones del Mercado Regional, el arroyo reciben a diario miles de litros de residuos cloacales “crudos”, desde las instalaciones abandonadas de una antigua planta de tratamiento de aguas negras que nunca funcionó.

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