Alerta profesional por los anteojos que se venden en las calles
Edición Impresa | 15 de Marzo de 2018 | 03:24

Una nota publicada en este diario reflejó la inquietud del Colegio de Opticos de la provincia de Buenos Aires por el crecimiento de la venta callejera de anteojos, que imitan a grandes marcas y se venden a precios muy bajos, ya que pueden afectar gravemente la vista de quienes los adquieren y usan, por cuanto carecen de todo tipo de contralor en su fabricación, incumpliéndose con básicos requisitos de tipo médico y dejando abierta la alternativa de ocasionar graves daños en la salud ocular de las personas.
Tal como se informó, en muchas de las esquinas y avenidas céntricas de la Ciudad pueden verse las placas de cartón apoyadas en la vereda que exhiben anteojos de los mas variados diseños y colores, ofreciéndose también lentes de aumento con papeles autoadhesivos que marcan la graduación de cada uno, con valores que rondan los $100, aunque hay algunos que se consiguen por menos de esa suma.
La venta irregular de estos productos forma parte del fenómeno mayor de la venta ambulante que se resiste a abandonar las calles platenses, aun cuando últimos informes aluden a un ostensible descenso de esta actividad informal en la Ciudad. Lo cierto es que los ópticos alertaron acerca de que los anteojos que se ofrecen carecen de características básicas y exigibles, como la medición de la distancia entre las pupilas, el apoyo nasal, la distancia de las patillas y la diferencia de graduación de aumento entre un ojo y el otro.
La presidenta del Colegio advirtió que el problema creció en los últimos tiempos y prácticamente sin ningún control por parte del Estado. Según señaló, el tema excede la competencia desleal que se alega en otros rubros característicos de la venta informal, porque en este caso el uso de estos anteojos puede tener consecuencias negativas en la salud.
En cuanto a los llamados anteojos de sol, se alertó que los que se ofrecen en las calles son, en realidad, plásticos pintados que producen dilataciones y otros efectos negativos en la pupila, además de que permiten el paso de los rayos solares y así pueden verse dañadas la córnea y la retina. Se destacó que los ópticos profesionales trabajan con cristales tallados y filtros adecuados, tanto para el sol como para la nieve o para desplegar tareas con las computadoras.
En particular se pidió a los adultos que cuiden la salud visual de los niños y, así como le colocan filtro solar en la piel cuando los exponen al sol, tengan en cuenta que los anteojos no son un juguete y los compren en lugares habilitados. También se advirtió que la gente debe tener cuidado con las compras que realiza a través de internet, donde incluso se venden lentes de contacto, pero sin tener en cuenta la curvatura de la cornea, ni hacer las pruebas de adaptación para ver la respuesta de los ojos de quien es el destinatario.
Una vez más debe expresarse -y está a la vista de todos- que el reino de “lo trucho” ha crecido de manera alarmante. En los llamados comercios sin techo se venden productos ilegales de toda laya, sin que exista siquiera una mínima verificación sanitaria o técnica. Pero esa venta ambulante, que se improvisa en las veredas de todas las ciudades del país, es apenas el aspecto más visible de un gigantesco negocio en el que se enlazan distintos eslabones de ilegalidad. Pero cuando este gigantesco mercado negro sirve como vehículo para comercializar productos que interesan en forma directa a la salud de la población, es cuando más se extraña la ausencia del Estado.
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