Chicos y delito: alertan en los barrios por la situación de la niñez en riesgo

Vecinos hablan de un deterioro en las redes de contención para niños y adolescentes vulnerables. Y de un fuerte agravamiento de la situación económica y social de sus familias. El rol de las adicciones y la violencia intrafamiliar

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Omar Giménez

omargimenez@gmail.com

La foto que muestra Anahí Villarruel (20) tiene unos pocos años. En ella se ve una reunión de adolescentes en un comedor barrial de Altos de San Lorenzo. Anahí, que es estudiante de Derecho, que vivió siempre en el barrio y hoy da clases de apoyo escolar en ese comedor como voluntaria, señala algunas caras de la imagen: “éste chico murió cuando estaba robando, éste también; éste, éste y éste, están presos. Lo veo y no lo puedo creer, porque crecimos todos juntos y no eran malos pibes. Pero algunos entraron en la droga, en el delito”.

En la zona de 80 entre 14 y 15, donde funciona el comedor y copa de leche Altos de San Lorenzo, la situación de los menores en riesgo es una preocupación de todos los días: allí, en los últimos años, cinco chicos murieron en hechos delictivos y más del doble terminó preso. Los vecinos cuentan que la preocupación crece en la medida que se agrava la situación social y económica de las familias del barrio y recrudecen problemáticas como las adicciones y la violencia intrafamiliar. Hablan de falta de oportunidades y de la ausencia de contención social para menores que crecen en el marco de familias numerosas con problemas, muchas de ellas desocupadas o que viven de changas cada vez más esporádicas debido al recorte de gastos que hace la clase media golpeada por la inflación.

Nos son los únicos que lo dicen y no es el único barrio con esa preocupación: durante la última semana la Comisión Provincial por la Memoria hizo una presentación ante la Municipalidad y el Concejo Deliberante pidiendo que se declare la emergencia del sistema de promoción y protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes.

“El desfinanciamiento y vaciamiento del sistema de promoción y protección de los derechos de los niños (ley 13.298) y la ausencia de políticas sociales integrales han dejado a niños, niñas y adolescentes en un estado de total desprotección y peligro”, señala el documento.

Estas expresiones de preocupación se producen en un momento especial, en el que crece la inquietud por el accionar de bandas de menores que operan en el centro y que mantienen en vilo a los comerciantes de la zona.

Los robos “piraña” cometidos por estos grupos son cada vez más frecuentes y, a la vez, más violentos. Sólo en lo que va del año se registraron ataques de este tipo en más de 50 locales del centro de La Plata por parte de banditas de chicos de entre 8 y 15 años, lo que equivale a un episodio por día.

Según los datos manejados por el ministerio de Seguridad, 35 menores que robaban con esta modalidad fueron demorados entre el primero de enero y el 14 de marzo (como se sabe, no pueden ser detenidos, porque la ley establece que los menores de 16 años no son punibles). Siete de ellos habían cometido más de un hecho y varios tenían más de dos entradas en comisarías.

Del relato de los afectados surge que los chicos actúan en grupo, que ingresan en locales de cualquier rubro y manotean lo que encuentran a su alcance y suelen robar también billeteras.

“Nos roban entre 3 y 4 veces por semana. A veces entran con palos, otras enfierrados, a veces te pegan, a veces no. A veces tenemos un montón de miedo y otras simplemente nos calentamos. Probamos de todo, contenerlos, darles de comer, hablar con ellos, preguntarles si necesitaban algo, pero no hay forma. Siempre tratándolos por su nombre, porque a algunos los vimos crecer. Pero no hay forma, siempre vuelven y la situación se pone ´heavy´”, comentó uno de los comerciantes de la zona.

En los últimos días. la inquietud se hizo más intensa después de que tres parejas de menores ingresaran a un local de 6 y 56 y cometieran un robo, esta vez, armados.

Desde el municipio se afirma que los chicos que forman parte de estos grupos ya fueron identificados y que ya se ocupan de sus casos los operadores de calle del área de Desarrollo Social. Quedan por identificar otros dos grupos, uno integrado por chicos del conurbano que llegarían a la Ciudad acompañando a sus padres que se ocupan de tareas informales.

“Estamos abordando la delincuencia juvenil desde todas las vertientes y entre todos los niveles del Estado. Las soluciones no pueden ser solo policiales; trabajamos con 1.300 familias en situación de riesgo que sufren la deserción escolar, cuyos hijos están expuestos a las drogas y a la delincuencia”, dijo, Raúl Cadaá, secretario de Desarrollo Social de la comuna quien expresó que el principal factor que expulsa a los chicos de sus hogares a la calle es la violencia intrafamiliar (ver aparte).

Roberto Cipriano, desde la Comisión Provincial por la Memoria considera, no obstante, que la respuesta social a la problemática estructural de la niñez en riesgo es hoy insuficiente y que, paralelamente, se potencia la represiva: “En muchos casos, el primer contacto que el menor en riesgo platense tiene hoy con el Estado, es a través de la Policía”, afirma Cipriano.

“En La Plata tenemos a entre un 40y un 60% de los chicos por debajo de la línea de pobreza. Y no sólo el sistema de promoción y prevención enfrenta serios problemas por falta de presupuesto, sino que también se registró un profundo desfinanciamiento de la red de ONGs (comedores comunitarios, centros de capacitación en oficios) que se dedican a este campo en los barrios”, dice Cipirano.

Actualmente en La Plata funcionan 11 servicios locales en el área de Niñez, un número que se considera insuficiente para la cantidad de barrios con que cuenta la Ciudad. Por caso, en Los Hornos, con una población de 120.000 habitantes hay un sólo servicio local. Desde la CPM consideran que debería haber uno de estos dispositivos en cada uno de los 44 centros de salud de la Ciudad.

Tampoco es sólo una cuestión de cantidad -dice Marcelo Iafolla, desde la CPM y con una larga trayectoria trabajando con la niñez desprotegida en La Plata-: “Los equipos muchas veces están incompletos, la capacitación es insuficiente y los salarios son muy bajos, de alrededor de 11.500 pesos. Esto hace que los integrantes tengan que tener otros empleos y que la rotación en los puestos sea muy alta, lo que afecta la profundidad del contacto con chicos y familias” (este argumento es rebatido desde la Municipalidad). (Ver aparte)

deterioro de la red de contención

Iafolla habla de un fuerte deterioro en la red de contención de los chicos en riesgo, que hoy se nota en muchos barrios de la periferia platense.

“Acá muchas familias vivían de las cooperativas municipales y ya no cuentan con ese recurso. Como trabajo no hay, hoy viven de las changas. Pero changas también hay cada vez menos, porque hay menos plata en la calle y menos trabajo”, dice Chela, que está al frente del comedor de Altos de San Lorenzo.

Ese comedor, donde comen 40 familias, recibe un “pequeño presupuesto” que apenas permite entregar viandas a las más urgidas un día por semana: el jueves. Otras dos veces por semana ofrece sólo una merienda a los más chicos, con apoyo escolar dado por voluntarias del barrio. La lista de necesidades es larga: una cocina con la que remplazar el insuficiente anafe que usan actualmente, el gas, que pagan los que trabajan en el comedor de su propio bolsillo o todo tipo de utensilios de cocina.

Pero hay otras pérdidas recientes que el barrio sufre: una de ellas. la de un centro cultural que ofrecía capacitación en oficios y que brindó durante años distintos cursos para los chicos, además de actividades culturales y deportivas para adolecentes.

“Ahora no hay propuestas para sacar a los chicos de la calle y contenerlos. Sólo nos quedó el club de fútbol. Pero a partir de los 12 años, cuando entran en la edad más crítica, no tienen nada. Está la escuela, sí, pero muchos abandonan para trabajar aunque sea en changas y ayudar en la casa. Y otros porque los padres no tienen ni para comprarles los útiles”, dice Chela.

Esa situación en la que reinan las carencias, la falta de oportunidades y la frustración, cuando es cruzada por problemas como la violencia intrafamiliar, la droga o el delito se transforman en una amenaza y un tormento para las madres del barrio.

“A veces es todo una cuestión de momento. Todas las familias acá tienen entre 4 o 5 hijos. Y en muchos hogares las que están al frente son las mamás solas. Se sabe que hay adultos que vienen de afuera, que quieren aprovechar la vulnerabilidad de los chicos para arrastrarlos a la droga y el delito. La mamá tiene muchos chicos, y a veces, cuando el más grande pierde el rumbo, está ocupándose de las necesidades de los más chiquitos y la cosa se le va de las manos. En esos casos busca ayuda, pero es raro que encuentre respuestas del Estado”, cuenta Chela.

 

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