Cyrulnik: “No es que no se puede hacer humor con ciertas cosas, es que ya no son graciosas”

El standapero llega a la Ciudad con su nuevo show, “Animal”, donde reúne sus chistes más picantes y quiere “buscar el choque”

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Federico Cyrulnik transitaba aún la década de los 20 años y ya era productor en Disney Channel. Quería ser conductor, y “cumplí mi sueño” en 2010, cuando estuvo al frente del programa de humor infantil “Casa rodante”. Pero un día el envío terminó y “y me pregunté si quería seguir siendo conductor, si quería tener un programa en cualquier canal con tal de seguir siendo conductor”. La respuesta fue un “no” rotundo.

Cyrulnik se había formado mientras tanto como actor e improvisador, y tras aquel final de ciclo “me di cuenta que no iba a ser actor de novela, actor serio. Pero el humor siempre estuvo”, afirma el comediante en diálogo con EL DÍA sobre la decisión que cambió su vida: en los sets de televisión había conocido a Fernando Sanjiao, y siguiendo sus pasos le tomó el gusto al stand up, por aquellos años todavía una movida incipiente. Comió trabajando como actor de publicidad mientras trabajaba haciendo stand up en barcitos porteños hasta que de repente, con el empuje de Instagram, el género, y él, estallaron convertidos en fenómenos.

Ese Cyrulnik, el que junta 4 millones de visitas mensuales en su cuenta de la red social de fotos y videos, llegará a la Ciudad mañana, a las 21 a la sala ubicada en 43 entre 7 y 8. “Si fueran los mismos los que me siguen en las redes que los que van al teatro, tendría que hacer un show en la cancha de Boca”, se ríe Cyrulnik sobre las diferencias entre la fama virtual y la real, aunque explica que “son dos trabajos distintos. Yo trabajo en las redes y trabajo en el teatro”.

Cyrulnik mostrará en la Ciudad “Animal”, un compendio de su trabajo en el escenario desde sus inicios a hoy, un “grandes éxitos” que mostrará durante la temporada mientras escribe un espectáculo completamente nuevo. El hilo conductor fue encontrar y contar “mis chistes más zarpados, picantes, subidos de tono, políticos, sexuales, de mi carrera distinta”, ese material que cuando se escucha “se prende una lucecita roja que indica que se está yendo todo a la mierda”. Cyrulnik pretende “buscar el choque, el despertar”, lo que implica para él “desestructurar al macho”.

“Hay muchos comediantes que si bien son buenísimos se están quedando atrasados con algunas temáticas sexuales y de género, hay algo ahí que ya no es transgresor, queda viejo, desentendido, desempatizado con un momento donde hay cosas que ya no se toleran más”, opina, y pone de ejemplo que “en algún momento Corona fue transgresor, decíamos ‘¡qué dice este señor!’... pero las cosas van cambiando. No es que no se puede hacer humor con ciertas cosas, sino que hay cosas que dejaron de ser graciosas. Hay cosas que con mis amigos nos reíamos, y que decidimos no reírnos más de eso: nos reímos mucho tiempo de esas boludeces, listo, cambiemos la cabeza. No estamos ayudando, nos seguimos manteniendo ahí”.

“Hay que cambiar, hay que deconstruir, adaptarse: esa es la modernidad”, dice. “Hay un momento donde el hombre le suelta la mano a adaptarse a las cosas, pero hay que estar siempre adaptándose, manteniéndose en la vanguardia, porque sino un día te encontrás diciendo ‘¿qué están escuchando estos chicos?’”.

 

 

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