Indiferencia y resignación en una ciudadanía harta de la corrupción política

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LIMA

La dimisión del presidente Pedro Pablo Kuczynski cayó ayer en Perú con una mezcla de indiferencia y resignación, con una ciudadanía que daba por hecho el fin del gobierno hastiada por el hedor de la corrupción que afecta a toda la política del país, ya sea presidente, Congreso o partidos políticos.

Una tranquilidad absoluta reinó en las calles de la capital, en donde todo transcurrió como es habitual, y sólo en los medios de comunicación, entre las elites empresariales y en las redes sociales se hicieron notar la incertidumbre y los amplios cuestionamientos al sistema político peruano que abrió la dimisión del mandatario.

El sentimiento mayoritario entre todos fue la sensación de que el fin de Kuczynski era evidente, con una presidencia que no se podría sostener tras el escándalo causado por la difusión de los videos que recogían los intentos de sus aliados para comprar votos de diputados para evitar así el proceso de destitución al que se hubiera tenido que someter el día de ayer.

En términos generales, también se coincidió en señalar la evidente vinculación con la corrupción del mandatario así como la de sus rivales que provocaron su dimisión, particularmente entre el bloque fujimorista liderado por Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori.

“Creo ante todo que ya era hora, porque en vez de hacerle bien a Perú le estaba haciendo daño (...) Antes de que renuncie debería disolver el Congreso porque tanto Kuczynski y los congresistas son culpables. En buena hora ha renunciado, le hará bien al Perú que llegue otro mandatario”, afirmó el estudiante Denver de la Colla.

Milagros, otra estudiante, apuntó también hacia lo mismo y señaló que Kuczynski “primero debió disolver el Congreso”, al tiempo que apuntó que si el presidente tanto defiende su inocencia “¿por qué no lo demuestra?”.

No obstante, la disolución del Congreso por parte del presidente sólo está contemplada en la Constitución peruana en caso de que el parlamento censure a dos consejos de ministros, por lo que cualquier otro escenario constituye una ruptura del orden democrático como hizo Alberto Fujimori en 1992 en su “autogolpe” de Estado.

Entre los analistas y los medios, que trataron también la dimisión de Kuczynski como un hecho ineludible, la pregunta fundamental era sobre qué tipo de gobierno podrá realizar el vicepresidente Martín Vizcarra en cuanto asuma el poder, previsiblemente el día de hoy.

Así, muchos destacaron la soledad política del futuro mandatario, algo que fue visto como una ventaja, ya que parece alejado de los grupos políticos vinculados a la corrupción, pero también como un inconveniente a la hora de lidiar con un parlamento dominado por el fujimorismo. (EFE)

 

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