Off porteño, “on” en La Plata: “El mar de noche” o el agónico relato de un alma en pena
Edición Impresa | 27 de Marzo de 2018 | 05:10

María Virginia bruno
vbruno@eldia.com
Con la promesa de mostrar una tajada de lo mejor del teatro no comercial porteño, comenzó el domingo en un colmado Coliseo Podestá el ciclo “Off Buenos Aires”, con un Luis Machín en su mejor versión, desangrándose en palabras.
El rosarino llegó a La Plata con “El mar de noche”, el poético y angustiante texto de Santiago Loza, que se nutre de descripciones detalladas al milímetro para mostrar, en escena, cómo un hombre se deja morir en la soledad de una habitación de un hotel de playa, desesperado, por un amor que ya no le pertenece.
Minimizando los recursos al máximo, la puesta de Guillermo Cacace se hace grande en los hombros de un Machín que convence desde la inmovilidad de un sillón en el que, ovillado, se retuerce por dentro aferrado a la palabra, quizás, lo único que lo mantiene con vida.
Habla Machín de punta a punta, entre desolación y lágrimas, conmoviendo al espectador con su padecimiento visceral. Recita un texto que a veces agobia, entre obsesiones, recuerdos y anhelos que nunca llegará a materializar.
Una alfombra, un par de zapatos, una copa y un sombrero rodean a un Machín enceguecido por pensamientos que van y vienen, enardecidos, en ese cuarto estándar de hotel que Loza nos ayuda a imaginar.
Un teatro en penumbras, apenas iluminado con la luz cenital que acompaña y le da calor a una agonizante criatura, oscurece de repente con un final impactante que desde el inicio no para de asomar.
En diálogo con EL DÍA, Machín, que se muestra muy diferente a cualquier papel de él que hayamos visto en cine o en tevé, había destacado el proceso de experimentación y libertad que atravesaron con Cacace, para darle cuerpo a esta obra que nació para el off porteño y que, el domingo, creció casi un 500 por ciento en cantidad de espectadores (lindo ver el Coliseo lleno, sobre todo, de gente no habitué a la sala), teniendo en cuenta que en Buenos Aires, la pieza se ofrece los fines de semana, en una sala para no más de 90 personas.
En La Plata había más de 600 espectadores el domingo, de los cuales, al menos cinco, se levantaron y se fueron en medio de la función, algunos agobiados por tanto relato y tan poca acción; otros, atravesados por esa aguda mirada sobre el desamor y la soledad, males universales si los hay.
Pero el resto agradeció con aplausos efusivos la entrega actoral de Machín, quien, como había anticipado a este diario, se enfrenta a una de las experiencias teatrales más intensas de su profesión, algo que, claramente, también se traduce al espectador.
EL CICLO CONTINÚA
“El mar de noche”, una de las obras del circuito off porteño más premiadas de la temporada pasada, dejó inaugurado este celebrado espacio de muestra en el Coliseo Podestá que continuará en abril con otras esperadas propuestas, con entradas a $100.
El domingo 15, a las 21, llegará “Mi hijo sólo camina un poco más lento”, de Ivor Martinic, con Juan Tupac Soler, Paula Fernández Mbarak, Antonio Bax, Romina Padoan, Elsa Bloise, Luis Blanco, Clarisa Korovsky, Aldo Alessandrini, Pilar Boyle, Gonzalo San Millán, Juan Andrés Romanazzi y María Emilia Ladogana. Bajo la dirección de Guillermo Cacace, la pieza plantea, a partir de la historia de Branko -un joven que cumple 25 años y padece una enfermedad con la que día a día va perdiendo movilidad-, cómo afecta “la diferencia” en sus vínculos, qué puede hacer él, qué pueden hacer los que lo rodean.
Elogiada por la crítica y multipremiada, “Asesinato para dos”, de Joe Kinosian y Kellen Blair, llegará el domingo 22 de abril. Protagonizada por los actores/músicos Hernán Matorra y Santiago Otero Ramos, bajo la dirección de Gonzalo Castagnino, llega como una mezcla perfecta de música, policial y comedia en la que dos actores interpretan trece roles, tocan el piano y homenajean alegremente a misteriosos casos de asesinato.
El ciclo cerrará el domingo 29 de abril, a las 20, con “Cactus Orquídea”. Protagonizada por Ignacio Bozzolo, Lucas Avigliano, Laila Duschatzky, María Estanciero y Gastón Filgueira Oria, la pieza con dramaturgia y dirección de Cecilia Meijide es la tercera producción del grupo de investigación teatral El Ensamble Orgánico, formado en 2003. Cuenta la historia de un hombre que pierde a su mujer y su vida se silencia. A través de su empleado conoce a una mujer, quien le regala una semilla que al plantarla hace volver a la persona que uno perdió. La puede ver y despedirse. Entre los espacios en silencio de esta historia, se entrelazan cinco historias donde lo cotidiano se encuentra con lo mágico.
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