Balearon a un joven en una pierna pese a que no se resistió a un ataque de motochorros
Edición Impresa | 29 de Marzo de 2018 | 02:32

La delincuencia, en medio del grave fenómeno de inseguridad que se manifiesta en la Ciudad, siempre se muestra dispuesta a matar por matar. Cuando alguien arriesga su vida para enfrentarla y cuando no, también. Eso precisamente fue lo que le pasó ayer a la madrugada a un joven estudiante de 21 años, que no hizo nada más que obedecer las órdenes de los dos delincuentes que lo interceptaron con fines de robo: entregó todas sus pertenencias a la espera que la terrorífica situación terminara, pero igual le dispararon.
Por fortuna, la víctima de ese salvaje ataque la puede contar, porque el disparo sólo le produjo una lesión menor a la altura de las piernas, según indicaron a este diario voceros policiales.
El hecho ocurrió sobre las calles 2 y 59, en cercanías del Cuartel de Caballería de la Bonaerense y también de la comisaría novena, aunque ya nada parece espantar a los ladrones.
Las mismas fuentes indicaron que el joven, que fue identificado como Lucas Baum, le contó a los policías que fueron a asistirlo cuando se enteraron del caso, que iba hacia la casa de la novia, en la zona de 4 y 54.
Sin embargo, la inseguridad se cruzó en su camino para mostrarle una de sus más violentas caras.
Se supo que los ladrones actuaron bajo la modalidad conocida como “motochorros” y que, una vez que se quedaron con el iPhone y una mochila de Baum, huyeron con dirección al Bosque platense.
Después se desarrolló todo el operativo, que terminó en el traslado del joven baleado al Policlínico San Martín.
En ese sentido, el parte médico mencionó que “presentaba una herida superficial subcutánea con orificio de entrada y salida de derecha a izquierda”, que no puso en riesgo su vida.
Tan es así que, cuando este diario pasó por el hospital en horas de la tarde, se informó que ya le habían dado el alta.
Se iniciaron actuaciones caratuladas preventivamente como “robo y lesiones”, con conocimiento de la fiscalía penal en turno de la Ciudad, a cargo de Betina Lacki, quien ya impartió distintas directivas para que se empiece a buscar pruebas fílmicas o testimoniales, que permitan identificar a los responsables de la agresión, que al cierre de esta edición permanecían prófugos.
En nuestra edición anterior, se dio otro ejemplo claro de que la presencia de una dependencia policial no es sinónimo de tranquilidad para el barrio que la circunda.
Es el caso de 2 y 50, donde la mayoría de los comerciantes trabaja con miedo pese a la presencia del edificio del Ministerio de Seguridad, del que entran y salen cientos de policías por día.
Al respecto, Karina (40), empleada de una agencia de loterías ubicada en esa esquina, contó que “en este negocio, el mes pasado, entraron cuatro pibes de 12 a 14 años. Y de entrada pidieron que les diéramos algo para comer”.
La mujer señaló que ya estaba al tanto que detrás de esa coartada se esconde el verdadero propósito: concretar un asalto. Y fue también lo que sucedió en esa agencia de loterías.
Karina lo reflejó así: “Casi sin escuchar lo que les respondimos, enseguida uno de estos chicos sacó una pistola y me apuntó. Y recién se fueron cuando tuvieron la recaudación en sus manos”.
Seguidamente, la mujer mencionó que “cuando la Policía supo del robo acá, salió a perseguirlos y los agarraron al toque en Plaza San Martín”.
Pero de inmediato refirió que “igualmente estos y otros menores que delinquen no se hacen problema por ser detenidos, ya que saben que después salen rápido de la comisaría”.
Al respecto consideró que “mientras los menores entren y salgan con facilidad cuando la Policía los atrapa, vamos a seguir estando expuestos a esta inseguridad”.
Asimismo, consignó que luego del mal momento que padeció resolvieron “colocar el vidrio de blíndex en el mostrador”, que trajo un poco más de garantías.
OTRO CASO
Ocurrió en las últimas horas en una vivienda de la calle 66 entre 14 y 15, a la que ingresaron dos delincuentes armados.
De acuerdo al reporte oficial, los dueños del inmueble no estaban en el lugar por haber salido de vacaciones. La que se encontraba era una empleada doméstica, a quien redujeron con suma facilidad.
Así le sacaron un teléfono celular y la suma de 1.500 pesos, para después encerrarla en una habitación.
En esas circunstancias, los asaltantes decidieron ponerse a revolver todas las dependencias del domicilio, que quedaron “dadas vuelta”, por lo que no se sabe si se llevaron algún otro elemento de valor.
Recién la empleada doméstica pudo enterarse de lo que había sucedido cuando dejó de escuchar ruidos y se animó a salir de su encierro.
El robo, que trascendió ayer, se registró el martes pasado en circunstancias que se intentan determinar. Intervino personal de la comisaría quinta.
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