Nadal fue otra vez profeta en su tierra y alzó por 11º ocasión el trofeo de Conde de Godó

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En su club, en la cancha que lleva su nombre y en una de sus ciudades predilectas, Barcelona, Rafael Nadal, número uno del ranking de la ATP, alargó su leyenda en el mundo del deporte con su undécimo título con el torneo de Conde de Godó. A sus 31 años, el mallorquín sigue dando lecciones maravillosas de tenis y ejerciendo un control sobrenatural sobre un certamen. Tras una semana espectacular, en la final se preveía un choque generacional de lo más explosivo, pero el joven tenista griego Stefanos Tsitsipas pagó la juventud. Nunca pudo entrar en el partido el ateniense y se llevó un serio “correctivo” ante el mejor jugador de polvo.

Ni siquiera el accidentado comienzo, ya que el partido se tuvo que detener por cinco minutos a causa de la lluvia y mucho viento, condicionó a Nadal, que tomó las riendas de la final desde el inicio para aplacar el entusiasmo del griego. En el tercer juego ya logró un break a su favor y comenzaba el suplicio para el que hace dos años era el mejor jugador junior del mundo.

Si ante Carreño, Tsitsipas se mostró concentrado desde el inicio, ante Nadal fue todo lo contrario. En la final se vio superado por el escenario y el rival en los primeros juegos y eso le hizo perder el primer set en pocos minutos. El número uno del mundo volvió a firmar un inicio arrollador, casi sin errores no forzados y salvando con facilidad los ataques intermitentes de su rival.

Era todo de Nadal, que hacía sufrir al griego moviéndolo por la cancha. Desplazarlo constantemente para hacerle sentir incómodo era la estrategia a seguir. La envergadura de Tsitsipas le hace ser un tenista peligroso cuando golpea en parado, en carrera todavía le cuesta encontrar golpes ganadores. Ante un Nadal que devuelve incluso las pelotas imposibles, pronto se dio cuenta de que la tarea iba a resultar titánica.

Tanto con el saque como con el resto estaba incómodo el griego, que vio como el mallorquín le quebró dos servicios de forma consecutiva sin que pudiese sumar puntos. En poco más mediadora de juego real Nadal cerraba el primer set con un contundente 6-2.

Nadal jugó un set perfecto, pero no había necesitado jugar de su mejor tenis para arrinconar y casi acomplejar a su rival. Al comienzo del segundo set no cambió la dinámica. El mallorquín siguió jugando a placer. Tomó ventaja muy pronto con un break y a Tsitsipas se le vino el mundo encima. Pronto llegó el segundo y solo ahí se notó una cierta relajación de Nadal. Dos pelotas de break en el cuarto animaron a un público que temía que el partido se evaporase pronto.

Hubo cierta emoción en ese juego, pero Nadal lo cerró y firmó el 4-0, que le dejaba el título al alcance de la mano. El mallorquín terminó firmando la mayor paliza en una final en la historia del torneo catalán (6-2 y 6-1). Además con estos dos acumula 46 sets consecutivos ganados en polvo de ladrillo, un estadística asombrosa que se suma a los 401 partidos ganados en esta superficie en toda su carrera. Este triunfo le sirve además para mantener el número uno en el ranking de la ATP por delante del suizo Roger Federer. Nadal sigue siendo el rey del polvo de ladrillo y en Barcelona tiene uno de sus canchas predilectas.

 

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