Una Semana Santa fría: Spielberg entibió las pantallas tras un mes donde la taquilla bajó 40%
Edición Impresa | 4 de Abril de 2018 | 03:30

La Semana Santa, feriado extendido por la conmemoración del Día de los Caídos en Malvinas el lunes, y habitualmente uno de los fines de semana más fuertes del año en cuanto a concurrencia cinematográfica, no consiguió remontar una venta de entradas que se enfrió súbitamente en este 2018, manifestando los miedos y advertencias que los especialistas manifiestan hace años.
Durante los cinco días de feriado fueron a los cines 650.000 espectadores, una cifra que supera lógicamente los fines de semana regulares pero que no colmó las expectativas del sector. De hecho, entre todas no lograron alcanzar a la cinta más vista durante la Semana Santa de 2017 (“Rápido y Furioso”), con una caída de casi el 60% a pesar del muy buen arranque del gran estreno de la semana, “Ready Player One”, la nueva de Spielberg que cumple con todos los casilleros del cine mainstream hoy (nostalgia, familia, acción...) y duplicó con 162 mil espectadores a su escolta, otro tanque, la secuela de “Titanes del Pacífico”.
La marcada merma del fin de semana largo (una fecha en que en 2015 y 2016 se superó holgadamente el millón de localidades) terminó así de coronar un flojísimo mes de marzo, donde se cortaron 2.427.058 entradas, una caída de casi el 40 por ciento con respecto a marzo de 2017, cuando se habían cortado 3.970.765 tickets.
A pesar de algunos éxitos puntuales (las mencionadas se sumaron a la imparable “Coco”, que ya cortó tres millones de tickets) fue un muy pobre marzo, con las peores cifras de ventas para el mes desde el inicio de la digitalización y la merma más grande desde junio del año pasado, según informó el sitio especializado Ultracine, en el marco de un año donde varias grandes apuestas de verano no terminaron de explotar: dentro de una industria donde cada vez más pantallas quedan en manos de cada vez menos películas, cuando un “tanque” acapara salas y no funciona, los resultados para la taquilla son drásticos.
LA VARIEDAD, ¿LA SOLUCIÓN?
Eso, sin ingresar en debates sobre la importancia de la diversidad cultural en las pantallas de cine, y la sospecha, compartida por una buena parte del sector periodístico, de que muchas veces se favorece la exhibición de cintas que llegan desde Hollywood pero que no resultan particularmente atractivas, mientras que otras películas, europeas o argentinas, rinden mucho mejor en relación al promedio de espectadores según sala proyectada, pero gozan de poco espacio, tiempo y publicidad.
“La reina del miedo”, premiada en Sundance, con empuje publicitario y del boca en boca, se vio en 75 salas, muy superior al promedio de pantallas para el cine nacional, pero menos que películas como “María Magdalena”, “Noches de juego” o “Tomb Raider”, y las superó a todas esta semana en las boleterías.
La costumbre, también el empuje económico, el prejuicio, la publicidad, llevan a las salas a privilegiar el imperante monopolio del cine de Hollywood, dejando sin responder la pregunta de si hay espacio para otros espectadores que resurge a la vista del desastroso inicio taquillero de 2018: ¿y si hubiera más variedad? ¿Sería un antídoto o los números no se moverían? ¿Hasta qué punto el espectador, incluso el espectador platense, tradicionalmente cinéfilo, no se ha transformado y solo sale al cine en ocasiones especiales, para promocionados eventos?
El contexto general, claro, no ayuda: bolsillos ajustados y la cada vez más importante presencia de Netflix en los espacios de ocio invitan al espectador a no salir, aunque no hay allí novedad que explique por qué ahora, pregunta que se realizan los exhibidores. ¿Llegó otra vez la tan vaticinada crisis del cine?
El público de las pantallas alternativas, mientras tanto, permanece nutrido pero cada vez más marginal, cada vez más alejado de esa cartelera comercial que a veces parece excluirlos con horarios escasos y estrenos eternamente postergados. Más ahora, tras el cierre de la distribuidora de cine independiente Distribution Company: “Me ganaron el pochoclo y el doblaje. Hoy el negocio del cine no son las películas, son las golosinas y las gaseosas. Y el otro problema que tenemos es que antes nuestro público estaba acostumbrado a escuchar a Marlon Brando en inglés y a Mastroianni en italiano. Hoy, los exhibidores multipantalla solo quieren películas dobladas”, le dijo Bernardo Zupnik a La Nación.
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