Entre el recuerdo de Lady Di y los gestos de una ceremonia desacartonada

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A más de veinte años de su muerte, el recuerdo de Lady Di fue uno de los protagonistas en la boda de su hijo menor y, según sus biógrafos, el que más se parecía a ella, el príncipe Harry que ayer se casó con la norteamericana Meghan Markle en una de las ceremonias más desacartonadas de la realeza británica. El anillo de la novia, que llevaba diamantes que habían pertenecido a Diana Specer, el coro gospel, la presencia de un predicador afroamericano y la elección de rosas blancas para el ramo, fueron apenas detalles de un festejo que fue más allá de lo simbólico. Al momento de dar el sí, Meghan optó por no mencionar la palabra “obedecer”, una fórmula en la que todas las novias de la realeza británica se comprometían a acatar lo que sus maridos quisieran. En lo que fue una revolución, Lady Di fue la primera que no prometió “obedecer” a su esposo. Lo mismo hizo Kate Middleton cuando se casó con el príncipe William. Como una muestra de lo que fue el legado de su madre, Harry abrió los jardínes de Windsor para unos 2 mil invitados especiales que representaban a algunas de las organizaciones a las que apoyaba Lady Di.

 

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