Un impresionante y fuerte operativo de seguridad

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Los asistentes a la boda real del príncipe Harry y Meghan se enfrentaron ayer a un gran operativo de seguridad que incluyó desde escáneres como los que se utilizan en los aeropuertos a francotiradores apostados en los edificios cercanos al Castillo de Windsor, además de barreras que impidieron el ingreso de vehículos. Las fuerzas de seguridad dispusieron de una amplia red de tecnología de reconocimiento automático de matrículas y colocaron barreras de mitigación de vehículos hostiles (HVM), de manera preventiva, frente a la modalidad de ataques con camiones o furgonetas, como el que ocurrió en el Puente de Londres casi un año atrás. Los estacionamientos en el centro de Windsor y los ubicados en los alrededores de la avenida Long Walk, el camino por donde pasó la procesión real tras la boda, se cerraron el mediodía de anteayer y los residentes que disponían de permisos fueron derivados hacia otras plazas alternativas.

 

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