Un cumpleaños muy singular

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La hermosa casona del Arzobispado de La Plata, se pobló ayer de una muy poco frecuente cantidad de gente que desbordó sus históricos salones.

Es que el Arzobispo platense, el notorio Monseñor Héctor Aguer, cumplió 75 años, fecha límite, según las normas eclesiásticas, para ejercer su alto ministerio sacerdotal.

Todo el clero de la Ciudad acudió a saludarlo. Curas de las parroquias más humildes, capellanes, directores de Colegios y Seminarios, el Rector de la Universidad Católica y los Obispos Auxiliares dominaban un paisaje de sotanas salpicado de algunos laicos, personalidades de la Ciudad. Ningún funcionario público; algunos, muy pocos de gestiones anteriores, colmaron de saludos al Alto Dignatario de la Iglesia.

Monseñor Aguer había renunciado días antes, el 8 de este mes, para ser precisos, como había anunciado hace un año. Sabe que debe esperar la aceptación de esa renuncia por parte del Papa Francisco y la designación de su sucesor. Todos presuponían, ayer, que será un trámite rápido, pero nadie lo puede asegurar. Tampoco que el nombre más difundido sea el elegido en definitiva. Por el contrario, circulaban no menos de tres nombres con fundadas posibilidades.

Así son las cosas en las severas normas de discreción de tradición milenaria en la Iglesia de Pedro.

Mientras ello no ocurra seguirá cumpliendo sus funciones, por ejemplo, su homilía en el Tedeum de la Fiesta Patria donde lo escucharán la máximas autoridades provinciales y municipales. Todos saben que la voz grave del Arzobispo no sabe de retórica complaciente y no huye de la franqueza frontal.

El hombre, que da encarnadura al dignatario, planea un retiro para la meditación no lejos de La Plata y su apreciado Teatro Argentino.

Con esas ideas rondando, cortó la blanca torta.

Sus idus no son de marzo, son de Mayo.

 

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