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Dadaístas y surrealistas acampan en Madrid

El Palacio Gaviria es sede de una retrospectiva, dedicada a grandes artistas plásticos del siglo XX, como Marcel Duchamp, Magritte y Dalí

Dadaístas y surrealistas acampan en Madrid

Una de las salas del Palacio de Gaviria que acoge la muestra/ Foto cedida por la exposición

6 de Mayo de 2018 | 10:36
Edición impresa

Por AMALIA GONZÁLEZ MANJAVACAS (*)
Agencia EFE

La exposición “Duchamp, Magritte y Dalí. Revolucionarios del siglo XX”, reúne -hasta el 15 de julio- en el Palacio de Gaviria de Madrid a los grandes nombres dadaístas y surrealistas que se rebelaron contra la tradición artística a comienzos del siglo XX.

Son obras procedentes del Museo de Arte Moderno de Israel en Jerusalén que, gracias a las 800 piezas que donó el poeta y galerista milanés Arturo Schwarz, conforman una de las colecciones más completas del mundo sobre dadaísmo y surrealismo.

A Marcel Duchamp, René Magritte, y Salvador Dalí, autores que dan título a la exposición, se suman los de Picabia, Max Ernst, Tanguy, Man Ray, Calder, o Janco, reunidos en una muestra con obras tan destacadas como ‘El castillo de los Pirineos’ (1959), la gigantesca roca que, ingrávida en mitad del océano, parece trasladar un pequeño castillo, con la que el surrealista Magritte incitaba a preguntarse por lo misterioso, por lo llamado imposible, y que sirve precisamente como una de las cabeza de cartel de esta muestra.

A su lado, “Ensayo surrealista” (1934) de Dalí, la instalación de las 1.200 bolsas de carbón que Duchamp creó para la Exposición Internacional de Surrealismo de 1938 y los bigotes y ojos saltones que Duchamp se atrevió a desdibujar sobre el rostro, en blanco y negro, de la Gioconda leonardina, una de las obras dadaistas por excelencia, motivo por el que es una de las dos imágenes publicitarias de la exposición, junto al castillo de Magritte.

“INVITADOS” Y NOVEDADES

Pero el “invitado especial” de la muestra es, sin duda, la reproducción de una de las instalaciones surrealistas más famosa, el “Retrato de Mae West convertido en un departamento surrealista” (1934-35), de Salvador Dalí. Una estancia montada -al igual que toda la muestra- por el arquitecto Oscar Tusquets, amigo y colaborador de Dalí, y que ya la levantó para el Museo de Figueras (Gerona, España) en 1975.

Sin embargo, en esta ocasión suma una gran novedad, que no fue viable entonces -matiza Tusquets-, “poner una cámara que filma el espacio, que era por cierto la idea original de Dalí, y que en Figueras no se puede por ser museo”.

Además permite -por primera vez- entrar al visitante en la estancia, pisarla, formar parte de la obra y hasta fotografiarse sentado sobre los labios de la diva, gracias a un espejo situado en frente, todo un lujo.

Dadaísmo y Surrealismo han sido las dos vanguardias artísticas más transgresoras del siglo XX, que rompieron con la tradición artística a través de todo lo que tuvieron a su alcance, protagonizando toda una rebelión primero y revolución después, con respecto de los valores establecidos, y no sólo los estéticos, según explica la curadora Adina Kaminen.

Ambas corrientes se sublevaron contra la cultura burguesa y las normas establecidas, pero si los dadaístas lo hicieron desde la rebeldía, desde la provocación violenta y contra todo, los surrealistas fueron los verdaderos revolucionarios, ya que propusieron un marco nuevo, inventaron un lenguaje artístico propio y renovado, que rompía con el establecido, como indica la experta.

En su momento Dada y Surrealismo supusieron un desafío ante la tradición, introduciendo los materiales y las estrategias visuales que transformarían el vocabulario del arte. Ambas se expresan a través del uso de materiales distintos e instalaciones visuales, con el fin de renovar el lenguaje artístico, que ha dejando una huella perdurable en la historia del arte.

MOVIMIENTOS QUE TRASPASARON FRONTERAS

A través de esta muestra queda reflejada la idea de que ambos fueron movimientos ideológicos e intelectuales que traspasaron fronteras y redefinieron las formas de ver, de percibir el mundo.

El dadaísmo, que se valió del desarrollo tecnológico que había irrumpido en la radio, el cine, en la fabricación industrial, o en la prensa ilustrada, lo conformaron un grupo de artistas tan diversos como Duchamp, Picabia, Max Ernst, Arp, Marcel Janco, o Man Ray, que se sumergieron en el movimiento surrealista, a partir de su nacimiento, en 1925, y cuando su propio movimiento ya había muerto.

El Dadaísmo, el movimiento más subversivo de la historia del arte y las letras, nació en Suiza, en febrero de 1916 en el Cabaret Voltaire de Zurich, como un movimiento cultural, que tras saltar a Alemania y Francia, se expande a EE UU.

Las obras que se exhiben proceden del Museo de Arte Moderno de Israel, en Jerusalén

 

Dada fue una filosofía que todo lo cuestionaba, producto del desencanto de la Gran Guerra, un profundo malestar que se mueve entre el disgusto y la rebelión contra la contienda. Como explica la curadora, “Dada no es una tendencia artística-literaria sino un acto extremo del antidogmatismo. A los dadaístas les interesa más la acción, el gesto, la provocación, que la obra en sí, y para ello propugnan la espontaneidad, lo inmediato, la contradicción, la anarquía, la negación de todo, hasta de ellos mismos. Dada no es nada”.

Si Dada fue continua negación de todo, una total rebelión contra la fractura ante un mundo en crisis, el surrealismo da un paso más e intenta buscar soluciones.

El Surrealismo aparece en Francia en 1925 de ese caudal desbordado e incontrolado que supuso el dadaísmo a lo que sumó las influencias de las modernas teorías del psicoanálisis de Freud, sobre el sueño y el subconsciente, y las de Karl Marx.

Ante esto, los surrealistas se plantean un nuevo problema, la idea de libertad, para ellos crucial: compaginar libertad individual y libertad social. Y entre esos dos polos, se moverán los surrealistas desde su nacimiento, un año después de la publicación del primer manifiesto de André Breton.

 

(*) Licenciada en Historia del Arte

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Una de las salas del Palacio de Gaviria que acoge la muestra/ Foto cedida por la exposición

Parte del retrato de Mae West que puede utilizarse como departamento surrealista, obra de Salvador Dalí/ Foto cedida por la exposición

Cartel de la exposición “Revolucionarios del siglo XX”, que tiene como marco el Palacio de Gaviria de Madrid/ Foto cedida por la exposición

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