Tras el mega operativo, El Mercadito espera por obras y asistencia social
Edición Impresa | 6 de Mayo de 2018 | 04:27

Por MARCELO CARIGNANO
mcarignano@eldia.com
A principios de abril, y luego de una escalada delictiva con episodios de variado calibre que incluyeron el robo de un móvil policial, el Gobierno decidió intervenir el barrio El Mercadito, una de las zonas calientes de La Plata, y para eso convocó a más de 560 agentes de tres fuerzas: la Policía Federal, la Bonaerense y la Local, quienes se movilizaron a pie, con 50 vehículos oficiales – entre patrulleros y motos-, un carro antidisturbios y un helicóptero.
Apostados durante 20 días, los efectivos fueron testigos de la situación que se vivía en ese sector de la periferia platense, donde los vecinos convivían con delincuentes quienes, lejos de sentirse amedrentados por la presencia de las autoridades, continuaron su accionar.
El procedimiento se llevó a cabo en un territorio amplio, comprendido entre las calles 13 y la Autopista La Plata- Buenos Aires y desde calle 526 a 508, y cambió por completo la fisonomía de los suburbios.
Al operativo de saturación se le sumaron algunas obras menores impulsadas desde la Comuna, pero un recorrido visual por el lugar revela que el problema estructural que detenta el barrio amerita un trabajo de infraestructura más profundo, algo que será apuntalado por los testimonios recogidos.
“NO HAY MÁS TIROS”
Un mes más tarde, la situación cambió y “ya se puede salir a la calle cuando empieza a bajar el sol”, apunta un vecino.
María Claudia Castro y Luis Alberto Nievas son los responsables de un establecimiento educativo donde “se hace todo a pulmón”.
Allí funcionan talleres de diversa índole, y con la ayuda de docentes de la UNLP aportan clases de apoyo y le dan la merienda a chicos de la zona.
“Después del operativo, el barrio todavía está tranquilo. Era un bien para todos, pero muchos se sentían incómodos con la cantidad de policías que había”, señala Castro.
En ese sentido, asegura que “ya no era vida lo que teníamos en este barrio. Estaba muy peligroso. Nosotros, por ejemplo, nos veíamos obligados a suspender las actividades porque los chicos se tenían que ir a la casa a eso de las 8 de la noche cuando esto era un desastre”. Nievas aprovecha para agregar que “se peleaban mucho con gente de El Churrasco, La Favela. Pero ahora se puede tomar mate en la vereda, no hay más tiros. Se terminó todo eso”, dice.
Tras el megaoperativo, “se ven unos pocos patrulleros. Sobre todo de la Policía Local a la mañana”, sostiene Macarena. Esa es una novedad, porque “antes los sacaban a piedrazos, los nenes sobre todo, que se copiaban de los más grandes”.
Pero de cualquier forma, refiere, que “el problema es a la noche. A esa hora no salimos de las casas”.
Por su parte, Martín, que además de su trabajo en una conocida empresa de lácteos ayuda en una ONG local, se muestra escéptico, y se suma a quienes colocan la culpa en “los de afuera”. “No sé si sirvió del todo, acá el tema era que venían de otros barrios a pelearse a los tiros con gente del Mercadito. Venía gente de otro lado y ahí se ponía difícil”.
Según su experiencia, ése fue el principal detonante del dilema que culminó en el procedimiento de saturación: “Aprovechando que estábamos mal mirados, gente de afuera que robaba autos los traía acá y los prendía fuego, para sacar plata por el asunto de los seguros”, cuenta.
“Estuvo bueno (el operativo), pero también fue mucho circo”, considera.
“NOS ESTÁN MATANDO A LOS PIBES”
Todos los entrevistados coinciden en que el problema más grave del lugar era -y lo sigue siendo en menor medida- “la droga”. “Había gente que vendía mucha” aseguran, y aún “quedan algunos”.
Martín, quien suele recorrer las casas para conversar con la gente para “poder dar una mano”, aclara que “unos días antes de que lleguen todos los efectivos, hicieron un allanamiento y se llevaron a tres que vendían drogas. “Desde ese día ya no se ve gente vendiendo”, añade.
No obstante, el problema para Castro va más allá de una situación circunstancial. Para esta mujer, que convive gran parte del día con jóvenes y adolescentes, la realidad es más cruda, y se relaciona con la de muchos chicos del Conurbano: “Lamentablemente nos están matando a los pibes, el futuro de ellos acá es muy incierto”.
Cerca del taller de María Claudia y Luis Alberto hay un club que sirve “para sacar a algunos chicos de la calle”, pero “no alcanza”, advierten.
Esa tesitura a la que hace referencia es más compleja que la detención de un ladrón, por ejemplo, y requiere de medidas conjuntas entre diferentes organismos gubernamentales.
Es un proceso en el que deben “colaborar todas las partes”, los actores sociales y los funcionarios, se señala en el Barrio.
“La Policía se llevó a algunos de los que menudeaban, pero todavía quedan dando vueltas otros”, aporta Marianela a la discusión.
Según fuentes consultadas del Ministerio de Seguridad de la Provincia, se conformó una Base de Operaciones con integrantes del grupo GAD, efectivos de la policía local y numerarios de la Jefatura Departamental de Seguridad platense.
Así, hay disponibles tres móviles de comando y 12 motos, además del sistema TRASA que permite la detención automática de patentes.
En efecto, el barrio se nota más tranquilo. A diferencia de lo que ocurría meses atrás, hay familias caminando por las calles de tierra, esquivando pozos y autos abandonados, e intentando no caer en las zanjas colmadas de basura. El abandono y la falta de obras es otro de los reclamos fuertes de El Mercadito. Pero ese es un tema que, si bien debe ser debatido, le compete a otra área.
fueron los vehículos inspeccionados en los diversos controles que se realizaron durante el mes de abril en diversos puntos del barrio y 89 quedaron incautados.
179
gramos de cocaína fueron incautados en procedimientos donde fueron detenidas 2 personas acusadas infringir la ley 23.737.
611
gramos de marihuana fueron secuestrados en los operativos. Además, se detectaron decenas de plantas en dos viviendas.
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