Macho y hembra
Edición Impresa | 3 de Junio de 2018 | 08:38

Por DR. JOSE LUIS KAUFMANN
Monseñor
Queridos hermanos y hermanas.
Entre los postulados de la teoría del género está la afirmación de que las características físicas de los dos sexos no determinan quien es varón o mujer. Para este mito el cuerpo humano no tiene ningún valor ético ni significa nada. El sólo enunciado de estas aberraciones demuestra su sinsentido. El sexo está determinado por diferencias físicas que comienzan a desarrollarse desde la misma concepción, como lo afirma universalmente la ciencia.
“La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro. Corresponde a cada uno, varón y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual. La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar…”. (Catecismo, 2332-2333)
En el designio de Dios la diferencia sexual es un elemento constitutivo del existir del ser humano, del varón y de la mujer. La diferencia sexual, que no implica desigualdad, está profundamente inscrita en el ser de cada uno.
“...La unión del varón y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador…” (Catecismo, 2335)
Cada ser humano, hasta lo más profundo de su existencia, es varón o es mujer. La sexualidad caracteriza al varón y a la mujer no sólo en el orden físico, sino también en el psicológico y en el espiritual; es un elemento básico de la personalidad; es un modo propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los otros, de sentir, de expresar y de vivir el amor humano.
Si esta verdad existencial siempre fue así, parece irracional que en los últimos tiempos se pretenda instalar la idea de que se es varón o se es mujer según la opción de la persona. Es cierto que también siempre hubo desviaciones y enfermedades o trastornos de la persona, y que la Iglesia siempre ha tenido el mayor respeto por las personas afectadas. Pero, lo que no tiene explicación es que se pretenda imponer una ideología hipócrita, sin admitirse que otros piensen de modo diverso.
“Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del varón y de la mujer en el matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del Creador…” (Catecismo, 2335).
El sexo es para el matrimonio entre un varón y una mujer, y su uso fuera del matrimonio denigra a quien abusa de su condición sexuada y ofende a la especie humana. La naturaleza del sexo no puede sustituirse por pasiones irracionales.
En mayo del año 2017 se dio a conocer que dos investigadores del Departamento de Genética Molecular del Instituto Weizmann de Ciencias, en Jerusalén, revelaron que cerca de 6.500 genes humanos codificadores de proteínas, reaccionan diferente en el sexo masculino y en el sexo femenino. Este descubrimiento científico derriba el mito de la ideología de género que considera que la diferencia entre el varón y la mujer es un hecho social y cultural.
Lamentablemente, para los ideólogos del género, la naturaleza no cuenta. Lo más cruel es que ellos están rechazando con su conducta el valor de la verdadera felicidad, que es donarse por medio del amar, tanto esponsal como espiritual, y no dejarse conducir por instintos contrarios a la naturaleza.
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