Patricio Vega: “ El espectador es un voyeur que tiene cierto morbo por ir a esos lugares que no visitaría”
Edición Impresa | 6 de Junio de 2018 | 04:56

Hasta el 15 de junio se encuentra abierta la inscripción para el “Workshop de Guión Cinematográfico” que brindará en el Cine Select Patricio Vega, guionista detrás de emblemáticas obras como “Los Simuladores” y “Hermanos y Detectives” y autor de “El lobista”, la serie que puede verse a través de El Trece y Cablevisión Flow.
En dos encuentros coordinados por Martín Basterretche y Gonzalo López, que tendrán lugar los sábados 16 y 30 de este mes a las 13.30 (la inscripción puede realizarse en las boleterías del Pasaje Dardo Rocha), el guionista de cine y TV y script doctor (una especie de solucionador de problemas pero para guiones) presentará “un panorama general sobre la escritura de guión con algunos puntos importantes, al menos desde mi enfoque”. Vega, en diálogo con EL DIA, explica que procurará trabajar sobre el proceso de escritura, brindando de trama, de personajes, de construcción, y géneros. “Conocer bien los géneros es una parte de la escritura cinematográfica que a veces por encontrar una autoría temprana en los escritos se deja de lado”, opina el guionista de filmes como “Tesis sobre un homicidio” y “La Señal”, para quien “hace falta tener esas herramientas, porque después dentro de ellos se puede construir una identidad propia como lo han hecho un montón de guionistas y escritores”.
“El guionista tiene un oficio: puede transformarse además en una mirada particular en el mejor de los casos, en una obra; pero antes de ser una obra, es un oficio”, afirma Vega, para quien “el elemento fundamental de un guión es el personaje, y el recorrido emocional de un personaje: lo que uno recuerda es lo que le pasó a los personajes, qué necesitaban que esta aventura les dio para comprenderse mejor a sí mismos y transformarse. Esto es además reflejo de una posibilidad del espectador y del autor”.
Ahora, “puede haber un personaje atractivo, pero si no hay una conducción narrativa, una construcción dramática para ese personaje, el resultado es un poco disgresivo y abúlico”, dice, y “eso requiere tiempo, evaluar posibilidades, alternativas: cosa que a veces en la televisión no hay”.
Para Vega esa falta de tiempo es la clave para comprender buena parte de la tevé hoy: “La escritura televisiva es un poco apresurada en muchos casos, y uno termina la primer opción que tiene en la cabeza, y a veces es buena y a veces no tanto”, explica.
De todos modos, opina que hay “cosas buenas” en televisión, y explica que para no caer en la vorágine televisiva elige escribir proyectos más acotados, como “El lobista”, y evita las tiras diarias, donde el tiempo es tirano.
“Me propusieron tira diaria, pero yo no puedo hacer algo bueno en eso. Tiene la lógica de ‘Las mil y una noches’: hay que sobrevivir, hay que contar algo para que no te maten, como Sherezade. Tenés que contar algo, y después ves que haces en el próximo capítulo. Es una adrenalina interesante para algunos, pero a mi no me sale, necesito un poco más de tiempo y prefiero algo más acotado, de menos capítulos”, cuenta Vega.
Por suerte para el autor, la era de las miniseries está de vuelta en televisión argentina en el marco de la crisis de rating de la tira diaria y la posibilidad de vender afuera estas series limitadas. Vega protagonizó una de las épocas de mayor pujanza de la forma, cuando apareció “Los Simuladores” alrededor de la misma época en que florecieron “Tumberos” y “Okupas”. “Eran series de autor: se dio durante un período y no prosperó, la serie sigue siendo del productor como rector del proyecto. Hoy llaman a autores para que desarrollen algo que los productores quieren desarrollar: uno se puede apropiar de ese trabajo, pero no deja de ser un trabajo por encargo”, opina.
Pero en aquellos cortos días en que los autores reinaron, Damián Szifrón era el conductor del destino de “Los Simuladores”. “Es un cerebro que funciona de otra manera, un distinto”, dice Vega, que volvió a trabajar con el cineasta cuando le propuso “Hermanos y detectives”: Szifrón “quería producirla y dirigir solo el primer capítulo, pero después Damián cuando se mete se mete: terminamos escribiendo todo junto y él dirigió toda la serie”.
“El lobista”, también una miniserie, lo que permite más tiempo para escribir y controlar calidad (también mayor presupuesto, por la menor cantidad de capítulos y la mayor posibilidad de exportación), no es en cambio un producto autoral sino una ficción propuesta a Vega por Adrián Suar, quien “tenía la idea de hacer una serie sobre el mundo de un lobista protagonizada por Rodrigo de la Serna”.
La serie vuelve a pasear al espectador a través de desconocidos submundos y márgenes de la sociedad, como han hecho éxitos recientes como “El Marginal” o “Un gallo para Esculapio”, algo que comienza a volverse firma de la ficción local. ¿Por qué? “El bon vivant quiere dar un paseo por los barrios bajos sin consecuencias: el espectador es un voyeur, y tiene cierto morbo de visitar esos lugares que no visitaría, creo que hay algo de eso”, opina Vega.
Este aspecto podría estar determinado por lo que los mercados exteriores esperan de una serie argentina. “Espero que no sea el mercado el que decida el rumbo artístico de las ficciones”, analiza el guionista, para quien “a algunas ficciones le resulta natural, como “Un gallo”: Stagnaro tiene ese mundo, es lo que le gusta hacer. Pero espero que como funcionó, no se transforme en una estrategia premeditada para construir ficciones for export, que pasa con cierto cine festivalero, por ejemplo: hay cierto cine que se hace para consumir afuera. No me interesa, pero lo entiendo, hacer cine es difícil, los fondos están afuera y uno responde a la mirada que los demás esperan de ese cine”.
“La tira diaria tiene la lógica de ‘Las mil y una noches’: hay que contar algo para que no te maten”
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