Chaqueño Palavecino: “La música está en cualquier lugar”
Edición Impresa | 8 de Junio de 2018 | 05:23

No se le caen los anillos por decir que ha cantado en todos lados, incluso en aquellos que hoy, asegura, “no se pueden decir”, porque es un convencido de que la música no tiene lugares de privilegio, “se puede escuchar en cualquier lugar”, hasta en un circo, a pesar de sus 34 años de trayectoria profesional, los que han hecho del Chaqueño Palavecino una palabra mayor del folclore nacional.
Lo del circo es una linda anécdota para conocer el origen humilde del artista nacido en el inhóspito Chaco salteño, en el seno de una familia con necesidades, con madre que hizo de padre, Doña Estela, y que murió cuando era un adolescente.
De “chango” tuvo que salir a “generar el mango porque si no lo generaba estaba jodido”, reconoce, quien ha lustrado de botas, cavado pozos, vendido agua en una mula blanca y manejado camiones, a veces, “por monedas”. También, cuenta, “trabajé en un circo, pero no como acróbata sino dándole de comer a los animales y vendiendo cosas”. Por eso, cuando el verano pasado se encontró con la compañía Servián, ahora en manos del hijo de aquel padre que en el pasado lo empleó, el Chaqueño no tuvo reparos en cantar bajo la carpa, orgulloso de sus orígenes.
Sin haber terminado el secundario, tuvo, según cuenta, la mejor educación que la vida le pudo dar porque, para él, “la universidad está en la calle”. Egresado con honores, ha aprendido lecciones que intenta transmitir no sólo desde la música sino desde lo social, una faceta que encara con la misma pasión que con la que se lo escucha entonar en el escenario, de la mano de su fundación con la que trata de ayudar en lo que puede sobre todo a la gente de su zona.
Yendo y viniendo, entre shows y causas a beneficio, la vida del Chaqueño se mide en kilómetros. No para. De hecho, esta entrevista, telefónica, la hace mientras espera para entrar al kinesiólogo, después de haber ido a “registrar unos temas con un poeta”, y antes de una reunión por la organización de la nueva edición del Trichaco -del 12 al 15 de julio-, el festival solidario que organiza desde hace tres lustros, a beneficio de más de 40 escuelas rurales, y que convoca a artistas de primera línea a miles de kilómetros de donde atiende Dios, en Rancho Ñato, Santa Victoria Este, Salta.
“La solidaridad está dentro de uno, como las ganas de cantar que tuve en su momento, y de todo lo que peleé y luché por hacerlo”, asegura, en relación a qué lo motiva a tratar de hacer del mundo un lugar un poco mejor.
Lo suyo, admite, es de bajo perfil, y no la va de demagogo. “Me ofrecieron cargos políticos de lo que te imagines, pienso que tendría la posibilidad de tener el poder para ayudar a la gente, pero no lo haría. Me gusta hacer camino así, me meto al monte con el machete, me abro paso, visito lugares impenetrables. Hay muchas necesidades, problemas. Son muchas las cosas que hacemos, lo escondo un poco, no lo saco a mostrar. Es algo que está dentro mío. Por ahí voy y reniego, porque las cosas no salen bien, y amenazo con largar todo pero a los tres días estoy de vuelta. La causa es más fuerte”, reconoce.
“Privilegiado” es la palabra que le brota cuando escucha la palabra balance: son treinta y cuatro años de trayectoria, “veintipico discos”, más de trescientas canciones, recorridas por Argentina a lo largo y ancho ida y vuelta incontables veces, festivales, teatros, fiestas, aniversarios y lujos, como el que se dio en el 2014, cuando musicalizó en vivo y con un chamamé la entrada del Chino Maidana en su pelea con Mayweather en Las Vegas.
“Ya hice lo mío, no tengo que rendir nada a nadie. Ya se ha hecho todo. Lo que haga de acá en adelante, es yapa. Las críticas constructivas, destructivas, los elogios, todo. Creo que en la vida no hay mejor cosa que hacer. El que no hace, no se equivoca. Lo bueno es que hemos hecho. Dentro de mi carrera, he podido promocionar nuestra música, nuestro país, mi región. Y ahí te sentís un toro, te sentís fuerte porque no has ido a quitarle nada a nadie, has ido de frente. Pero principalmente le agradezco a Dios el hecho de haber podido alegrar a la gente a través de la música”.
Con este objetivo, dice, el de acariciar corazones con el folclore, es con el que regresará este domingo a la Ciudad, con una función prevista en el Teatro Metro, 4 entre 51 y 53, desde las 20. Allí, en formato íntimo, rodeado de gente “que paga una entrada para verte, algo para valorar”, presentará canciones de su último material, “33. Falta envido y truco”, una producción triple que sorprende, en un contexto donde la música parece volcarse a las plataformas on demand.
“Tengo un estudio en mi casa, venía entusiasmado grabando y grabando y cuando nos dimos cuenta teníamos veinte temas, nos gustaban todos, y decidimos seguir: hicimos uno por cada año más un bonus track”, cuenta. El bonus track es una perlita, una colaboración con Palito Ortega. La canción, “Quiero amanecer cantando”, fue escrita por el ex gobernador tucumano, con quien lo une “una gran amistad”.
Pero el embale por el aniversario no fue la única razón que lo llevó a dejar en formato físico su producción musical. Sobre todo, explica, fue la militancia cultural que siempre ha manifestado desde la práctica y la acción. “Lo que me interesa como folclorista es defender el género nacional, en un momento que entra mucha música foránea. Difundir y cuidar lo nuestro. Mientras pueda, seguiré haciendo discos. De hecho, ahora, ya estoy pensando en hacer otro, con temas inéditos y bien folclóricos”, cierra, envalentonado.
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