Medidas oportunas y planes para un mejor desarrollo de City Bell

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Sabido es que el crecimiento urbanístico y poblacional de City Bell en la última década ha sido explosivo y que se refleja, por caso, en nuevos asentamientos de toda clase de viviendas, barrios cerrados y countries. Así también se registra un incremento vertiginoso del número de locales comerciales que se construye en la zona vertebrada por la calle Cantilo, aún cuando ya se expandió hacia diferentes zonas.

En ese contexto de pujanza, la Municipalidad ha comenzado a multar a los vehículos estacionados sobre la mano izquierda de las calles céntricas. La medida es plausible, toda vez que desde hace mucho tiempo existen sobre las veredas de esa mano los carteles que prohíben el estacionamiento, pese a lo cual los automovilistas continúan dejando sus autos paralelos a los dos cordones.

De esta manera muchas calles céntricas de City Bell se han convertido en angostos desfiladeros, en donde el tránsito suele atascarse ya sea cuando algún automovilista realiza las maniobras para estacionar o, también, cuando algún camión o medio de transporte intenta avanzar y ve imposibilitada esa alternativa por la falta de espacio. Por consiguiente, es correcta la decisión de multar a los infractores.

Ello no significa desligar a las autoridades de atender en profundidad los desafíos que implica el crecimiento exponencial de City Bell que –al igual que toda localidad periférica- reclama la vigencia de principios propios de un programa urbanístico integral, que prevea un armonioso equilibrio entre las posibilidades del progreso y la debida conservación de la identidad lugareña.

Así, se ha advertido recientemente que la conservación de los patrimonios más característicos de City Bell, como lo son las residencias y los jardines particulares, se encuentra en grave peligro, a partir de las nuevas construcciones que barren con los espacios verdes y las arboledas existentes. ¿No existen acaso reglamentaciones que impiden esa posibilidad?

En cuanto a las multas por mal estacionamiento, si el resultado fuera que se despejara la mano izquierda de todas las calles, se supone que las autoridades tendrán previsto que aumentará la velocidad de circulación de los vehículos, algo que ya ocurre en City Bell en muchas calles y que representa un gravísimo peligro. Resulta ciertamente paradójico que en un pueblo que, se supone, está alejado del vértigo urbano, muchas esquinas se han convertido en un verdadero riesgo para automovilistas, peatones y ciclistas.

En cuanto a la cuestión del estacionamiento, la población debiera acatar la medida. Caminar algunas cuadras más no debiera ser un trastorno demasiado grave y las autoridades debieran ponderar debidamente la posibilidad de peatonalizar algunas cuadras del centro los fines de semana.

En las ciudades planificadas con criterios rectores, todas las zonas tienen sus características y límites precisos. En el caso de City Bell, se trata de circunscribir y planificar el asentamiento de locales comerciales, preservándose las características que identifican a la localidad. Asimismo, tales requisitos deben también imperar para las la construcción de unidades de vivienda. Ni tampoco que se permita el descontrol en el tránsito o en el estacionamiento. El verdadero y mejor progreso de City Bell así lo exige.

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