“La gran dicotomía entre hacer lo que debemos y escribir lo que no debemos”

Edición Impresa

JORGE VARALLO
Agremiación Médica Platense

Con las sociedades científicas que nuclean a los profesionales de las distintas ramas de la medicina venimos luchando para establecer un nuevo nomenclador a partir de las prácticas propias de cada especialidad.

Hace un año que el entonces presidente de IOMA, Carlos D´Abate, prometió la implementación de un nuevo nomenclador admitiendo en una jornada que hicimos en la Legislatura, la necesidad imperiosa de nomenclar prácticas que resulta increíble que no estén nomencladas como una resonancia magnética, tomografías, cirugías laparoscópicas y otros procedimientos habituales que no sólo disminuyen la morbilidad de los pacientes sino también los costos de internación para la obra social. Y también hay algunas prácticas que están nomencladas muy vagamente, como son las amputaciones o las extracciones de material dentro del cerebro, lo que hace que para la obra social sea lo mismo si un neurocirujano evacua un hematoma o saca un tumor.

Homologar prácticas similares a las que sí figuran en el nomenclador no sólo nos expone en la relación con la obra social y con los pacientes sino también en el aspecto jurídico. Sucede a menudo que cirugías que requieren algún grado de urgencia, que hay que solucionarlas por ejemplo en 24 horas, o por fracturas que ya tienen prótesis, no están nomencladas. Nosotros qué hacemos: sacamos la prótesis, tenemos que poner una prótesis nueva pero tenemos que hacerlo en un tiempo prudencial, no podemos indicarle al paciente que está internado en una cama que haga un trámite de excepción. Ahí es donde se nos presenta la gran dicotomía entre hacer lo que debemos y escribir lo que no debemos. Pero siempre jugamos a favor del paciente que es lo que hemos aprendido desde nuestra formación con la circunstancia de estar, de alguna manera, fraguando un papel para jugar a favor de la persona que está sufriendo.

Esto se puede remediar en un trabajo conjunto de financiadores, sociedades científicas y entidades médicas. Nuestra aspiración es que el nomenclador sea reevaluable anualmente a propuesta de las sociedades científicas para que dentro de treinta años no nos encontremos de nuevo diciendo `tenemos un nomenclador que atrasa`”.

 

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